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      Amnesia infantil: ¿por qué no recordamos los primeros años de vida?

      • La ciencia estudia desde hace años el fenómeno por que no recordamos nuestros primeros años.
      • Cuando nacemos, el hipocampo, clave en el celebro, todavía se está desarrollando.

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      Amnesia infantil: ¿por qué no recordamos los primeros años de vida?Amnesia infantil: ¿Por qué no recordamos los primeros años de vida?/ Imagen Freepix.
      Redacción Clarín

      Es normal que a todos nos cueste tener recuerdos de chicos. O, directamente, que no tengamos ningún recuerdo claro de nuestra primera infancia.

      Esto se denomina amnesia infantil y es un fenómeno psicológico que se refiere a la incapacidad de los adultos para recordar los eventos que ocurrieron durante los primeros años de su vida, generalmente desde el nacimiento hasta aproximadamente los 3 a 4 años de edad.

      Y si bien algunas personas afirman tener memoria de antes de los 3 años, los estudios sugieren que muchos de esos "recuerdos" en realidad son reconstrucciones basadas en fotos, relatos de familiares o imaginación.

      Este es un fenómeno natural que no significa necesariamente que el cerebro no haya registrado la información en esa etapa, sino que los recuerdos no se consolidaron de la misma forma que en la adultez. Y esto es así por una razón. En esta nota entenderemos por qué no recordamos los primeros años de vida.

      Amnesia infantil: ¿Por qué no recordamos los primeros años de vida? Muchos expertos dicen que nada anterior a los 4 años se recuerda.Amnesia infantil: ¿Por qué no recordamos los primeros años de vida? Muchos expertos dicen que nada anterior a los 4 años se recuerda.

      Amnesia infantil: ¿por qué no recordamos los primeros años de vida?

      Durante mucho tiempo, los científicos y psicólogos se preguntaron por qué casi nadie puede recordar los primeros años de vida. Hoy en día, gracias a los avances en neurociencia, psicología del desarrollo y estudios sobre la memoria, se ha comenzado a entender mejor este fenómeno.

      En líneas generales se puede decir que no recordamos los primeros años de vida debido a una combinación de factores relacionados con el desarrollo del cerebro, el lenguaje y la forma en que codificamos los recuerdos.

      Esto suele afectar los recuerdos anteriores a los 3-4 años, aunque algunos estudios sitúan el límite hasta los 7 años.

      Durante los primeros años de vida nuestro cerebro aún no está completamente desarrollado. Áreas clave para la formación de la memoria, como el hipocampo y la corteza prefrontal, están en proceso de maduración.

      Esto significa que, aunque los bebés pueden aprender y reconocer cosas (como voces, caras o rutinas), no pueden formar recuerdos autobiográficos duraderos como lo hace un adulto.

      El lenguaje tiene mucho que ver en que empezamos a desarrollar una memoria autobiográfica./ Foto: Shutterstock.El lenguaje tiene mucho que ver en que empezamos a desarrollar una memoria autobiográfica./ Foto: Shutterstock.

      El valor del lenguaje en el ser humano

      Otro factor importante es el lenguaje. La memoria autobiográfica, que es la capacidad de recordar eventos personales con un contexto específico, está estrechamente ligada al desarrollo del lenguaje.

      Cuando somos bebés, aún no tenemos las palabras ni la estructura mental necesaria para organizar nuestras experiencias en relaciones coherentes. Por eso, aunque hayamos vivido ciertos momentos, es muy difícil conservarlos como recuerdos accesibles más adelante, porque no los codificamos de una forma que podamos recuperar después.

      Además, los primeros recuerdos suelen estar influenciados por la forma en que las personas interpretan y reconstruyen el pasado. A medida que crecemos, desarrollamos un sentido del yo más definido y esto también influye en cómo recordamos. En la infancia temprana, ese sentido del "yo" aún está en formación, por lo que también es más difícil construir una memoria personal sólida.

      Así, se puede decir que no recordamos nuestros primeros años de vida por la inmadurez del cerebro, la falta de lenguaje y la forma en que se desarrollan nuestras capacidades para organizar y conservar recuerdos personales.

      El hipocampo es una zona clave del cerebro vinculada a la memoria. Cuando somos bebés, se está desarrollando./ Foto: Shutterstock.El hipocampo es una zona clave del cerebro vinculada a la memoria. Cuando somos bebés, se está desarrollando./ Foto: Shutterstock.

      Estos factores hacen que la mayoría de las experiencias de esa etapa simplemente no queden registradas de una manera que podamos recordar conscientemente en la adultez.

      Sin embargo, aún no existe una explicación completamente definitiva, lo que lo convierte en un tema abierto a nuevas investigaciones y descubrimientos.

      Nuevas investigaciones

      De hecho, al día de hoy aún es un misterio que se sigue estudiando cómo y cuándo el cerebro empieza a consolidar recuerdos duraderos y por qué algunos niños parecen conservar ciertos recuerdos tempranos mientras otros no.

      Neuronas del hipocampo del cerebro tomadas por el Laboratorio de Fisiología y Algoritmos del Cerebro, del Instituto Leloir-Conicet.Neuronas del hipocampo del cerebro tomadas por el Laboratorio de Fisiología y Algoritmos del Cerebro, del Instituto Leloir-Conicet.

      Abriendo una nueva puerta de esa caja misteriosa de cómo somos los seres humanos, el sitio especializado de la Agencia SINC (de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología) revela que “Un equipo de la Universidad de Yale, Estados Unidos, ha publicado en Science los resultados de un estudio, revelador sobre la amnesia infantil”.

      En ese estudio se ha utilizado la resonancia magnética funcional, que pone en entredicho las suposiciones sobre la memoria infantil y demuestra que niños de tan sólo 12 meses pueden codificar recuerdos.

      En el estudio, dice la Agencia Sinc, “el equipo dirigido por Nick Turk-Browne, profesor de psicología en la Facultad de Artes y Ciencias de Yale y director del Instituto Wu Tsai de Yale, midió la actividad del hipocampo en 26 niños de entre 4 y 25 meses mediante resonancia magnética funcional (IRMf) mientras observaban imágenes de rostros, objetos y escenas”.

      Un estudio reciente de la Universidad de Yale, estados Unidos, corrobora que los niños de tan sólo 12 meses pueden codificar recuerdos./ Imagen de  Pixabay.Un estudio reciente de la Universidad de Yale, estados Unidos, corrobora que los niños de tan sólo 12 meses pueden codificar recuerdos./ Imagen de Pixabay.

      Luego, se les mostraban de nuevo algunas de esas imágenes junto a otras nuevas, para evaluar si recordaban haberlas visto antes. Los resultados indicaron que cuando el hipocampo estaba más activo al ver una imagen por primera vez, el bebé era más propenso a mirarla por más tiempo cuando se le presentaba nuevamente. Esto sugiere que el cerebro infantil puede codificar recuerdos mucho antes de lo que se pensaba.

      “Este estudio demuestra un tipo de recuperación de la memoria que parece operar en los bebés, basado en el tiempo que miran una imagen que han visto antes. Esto nos permitió comparar la actividad del hipocampo cuando observaban imágenes por primera vez, en función de si se acordaban o las olvidaban posteriormente”, explica a SINC Turk-Browne.

      Si bien es una investigación reciente, este estudio sólo confirma que hay mucho saber todavía del comportamiento cerebral. Y en especial de la formación de memoria en los bebés. Porque si el hipocampo se comporta a temprana edad codificando imágenes, hay que seguir buscando si hay alguna manera de rescatar esas imágenes que pasaron por el cerebro.

      Un momento, Un olor. El tacto. Solo algo sensorial es lo que recordamos de los primeros años./ Imagen de Public Domain Pictures en Pixabay.Un momento, Un olor. El tacto. Solo algo sensorial es lo que recordamos de los primeros años./ Imagen de Public Domain Pictures en Pixabay.

      Lo que sabemos hasta hoy de la amnesia infantil

      También hay que saber que los recuerdos infantiles pueden tener distintas formas y características, dependiendo de la edad en que se formaron y del desarrollo del niño en ese momento. En general, se combinan dos tipos principales de memoria: sensorial y episódica, pero no siempre se presentan de la misma manera que en la adultez.

      Para entenderlo mejor, veamos las características mas comunes de los recuerdos infantiles.

      1. Fragmentarios o incompletos. No suelen tener una narrativa clara. Pueden ser solo imágenes sueltas, sonidos, olores o sensaciones físicas.
      2. Difusos o vagos. La mayoría no tiene una noción clara de tiempo, lugar o causa. Por ejemplo: “Recuerdo estar en un lugar con mucha luz, pero no sé dónde ni cuándo fue”.
      3. Altamente sensoriales. Se basan mucho en emociones, olores, sonidos, colores o texturas. Esto es porque en los primeros años la memoria sensorial es más activa que la episódica.
      4. Depende del desarrollo del lenguaje. Antes de poder hablar bien, es difícil formar recuerdos episódicos (es decir, recuerdos de eventos específicos con contexto y secuencia). A partir de los 3 o 4 años, cuando el lenguaje mejora, los recuerdos empiezan a organizarse de forma más parecida a la adulta.
      5. Conectados al afecto y las rutinas. Muchos recuerdos de la infancia están ligados a emociones intensas (miedo, alegría, confusión) o rutinas diarias (como una canción, un objeto favorito, o un lugar especial).
      Amnesia Infantil: por qué no recordamos de chicos. Ni lo que sufrimos ni lo que gozamos. Todo queda en un pasado solo sensorial./ Imagen Freepik.Amnesia Infantil: por qué no recordamos de chicos. Ni lo que sufrimos ni lo que gozamos. Todo queda en un pasado solo sensorial./ Imagen Freepik.

      Recuerdos sensoriales y recuerdos episódicos

      Los recuerdos infantiles suelen comenzar como recuerdos sensoriales (una imagen, un sonido, una emoción) y, con el tiempo, pueden volverse episódicos si hay herramientas cognitivas para organizarlos. Pero los más tempranos casi nunca son episodios completos. Por eso, cuando recordamos algo de muy chicos, muchas veces lo hacemos a través de fragmentos sensoriales cargados de emoción, más que como una historia clara.

      Los recuerdos sensoriales son aquellos que se basan principalmente en las percepciones que tenemos a través de los sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Son memorias muy inmediatas y breves, que no necesariamente forman parte de una historia o una situación completa.

      Por ejemplo, recordar el olor de una comida, la sensación de una manta suave, o el sonido de una voz familiar son recuerdos sensoriales. Este tipo de memoria aparece desde muy temprano en la vida, incluso en los bebés, y suele estar fuertemente ligada a las emociones.

      ¿Podrá el adulto encontrar en su cerebro los recuerdos de los primeros años algún día?¿Podrá el adulto encontrar en su cerebro los recuerdos de los primeros años algún día?

      Por otro lado, los recuerdos episódicos son recuerdos más complejos y estructurados. Se refieren a eventos específicos que vivimos, en un momento y lugar determinado. Son como pequeñas historias de nuestra vida: por ejemplo, recuerda tu primer día de escuela, una fiesta de cumpleaños o un paseo con tu familia.

      Para que estos recuerdos se formen, necesitamos ciertas habilidades cognitivas como el lenguaje, la comprensión del tiempo y la capacidad de reconocernos a nosotros mismos como los protagonistas de esa experiencia.

      La gran diferencia entre ambos tipos de recuerdos es que los sensoriales son más primitivos y emocionales, mientras que los episódicos son más narrativos y conscientes. Durante la primera infancia, predominan los recuerdos sensoriales, ya que el cerebro todavía está en desarrollo y no tiene todas las herramientas necesarias para organizar y guardar recuerdos complejos.

      Pero, como ya se dijo, con el crecimiento y el desarrollo del lenguaje, los recuerdos episódicos empiezan a surgir ya formar la base de nuestra memoria autobiográfica, es decir, la historia de nuestra vida tal como la recordamos.