“Alguien que busca destruirte. Alguien que te roba tu autoestima y dignidad y envenena la esencia de quién eres”. En su libro pionero, Toxic People, escrito en 1995, la psicóloga Lillian Glass define de esta manera a una persona tóxica.
Agrega que “las personas tóxicas no sustentan la vida, porque solo ven lo negativo en ti. Celosos y envidiosos, no están felices de verte triunfar. De hecho, se vuelven hostiles cada vez que lo haces bien”.
Cualquiera puede ser una persona tóxica, ya que abundan en todos los ámbitos: la familia, el trabajo, la universidad. Una de sus principales características es que son muy inteligentes, saben aprovecharse de los demás y carecen de empatía.
Los psicólogos, en general, recomiendan alejarse de las personas tóxicas. Por eso conviene conocer algunas de sus principales características.

Cuáles son las 8 características de una persona tóxica
El coach Thomas Erikson ha escrito dos libros dedicados a los narcisistas y a las personas tóxicas. Este último, Rodeados de idiotas (Planeta, 2023), se basa en situaciones cotidianas y brinda herramientas efectivas para detectar y enfrentar estas conductas tóxicas. Erikson establece ocho características.
1) Tienen una autoimagen poco realista
Las personas tóxicas, o narcisistas, suelen tener una percepción exagerada y distorsionada de sus propias habilidades, logros y valor personal. Se ven a sí mismos como superiores a los demás, inflando su autoestima de manera desproporcionada.
2) No toleran las críticas
Aunque pueden ser muy críticos con las personas de su alrededor, cuando se trata de sus propios errores, los evitan a toda costa. No pueden aceptar la idea de estar equivocados, así que tienden a proyectar sus inseguridades en los demás para desviar la atención de sus propios errores.
3) No se preocupan por nadie
Carecen de empatía y les cuesta interesarse por los sentimientos o necesidades de los otros. Para un narcisista las personas son medios o herramientas que pueden usar para satisfacer sus propias necesidades, y esta falta de preocupación por los demás los hace incapaces de comprender el daño que causan.

4) Necesitan sentir el respeto y la iración de los demás
Una característica clave del narcisismo es la necesidad constante de ser el centro de atención y de recibir elogios. Buscan la validación externa para alimentar su ego y se sienten profundamente inseguras cuando no reciben este estímulo. Es por ello que suelen forjar relaciones con personas dispuestas a mostrarles un respeto y iración por encima del resto.
5) Les encanta el poder
Fruto de un comportamiento muy controlador, su zona de confort se establece en los entornos en los que sienten el poder sobre los demás, sobre una situación o sobre las decisiones que se están tomando. También es muy habitual que sean personas que persiguen de forma obsesiva el prestigio y disfrutan con una posición elevada dentro de la jerarquía social.
6) La manipulación es su mejor técnica
Saben cómo jugar con las emociones y comportamientos de los demás para conseguir lo que quieren, usando tácticas como la culpa, el victimismo o el gaslighting (hacer que los demás duden de su percepción de la realidad).

7) Tienen facilidad para mermar o cortar lazos sociales ajenos
Otra de las tácticas que remarca Erikson en su libro es la facilidad que tienen para manipular los lazos sociales para hacer a las personas de su alrededor más dependientes de ellas. Son expertos en crear conflictos y destruir relaciones, sembrando la discordia entre amigos, familiares o compañeros de trabajo. Esto puede verse reflejado en actitudes como la crítica constante hacia personas cercanas, mostrando desaprobación cuando intentamos hacer planes, o hacer todo lo posible para que no establezcamos nuevas relaciones.
8) Magnifican sus sentimientos al inicio de la relación
El servicio es otro ingrediente importante en estas personalidades, comenta el autor. Al comienzo de una relación, tienden a exagerar sus emociones y sentimientos para atraer a la otra persona. Para ello, se mostrarán extremadamente encantadores y generosos, para crear una conexión profunda, y después desvanecerse lentamente o retirar estos privilegios de forma consciente (por ejemplo, generando atención intermitente).
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