La expectativa es aún mayor a la que se vive en la antesala de cada edición de Lolapalloza, de Quilmes Rock o de alguna celebridad vigente de la música vernácula. Pero, en este caso, se proyectan otras ilusiones: la de poner el cuerpo, tomar parte del evento desde un lugar protagónico y dejar fluir la creatividad en beneficio de un proyecto colectivo, inclusivo y solidario.
La quinta edición de la colonia de rock con perspectiva de género Chicas Empoderadas vibrará del 21 al 25 de julio en los salones del Instituto Secundario Martín Coronado (en Nahuel Huapi 6658, frente a la estación del tren Urquiza), con la energía aportada por decenas de infancias y adolescencias mujeres y transgénero de entre 7 y 17 años de esta populosa porción del partido de Tres de Febrero.
Un equipo de quince voluntarias había llevado adelante el primer encuentro, celebrado en junio de 2016 en la Escuela de Educación Madia N° 9 María Claudia Falcone, en Pablo Podestá. El objetivo de máxima era el de alcanzar el empodceramiento de las participantes a través del rock, en un espacio de libre expresión y solidaridad comunitaria.

Esa consigna, acunada desde el principio por la baterista Lucy Moya y un grupo de músicas y docentes inspiradas en la experiencia de Girls Rock Camp Alliance de Estados Unidos y la banda punk feminista Bikini Kill, mantiene inalterada hasta ahora.
A lo largo de cinco días, durante jornadas intensivas de ocho horas, las aspirantes a una carrera profesional signada por la música tienen la chance de aprender a tocar un instrumento, componer canciones, asistir a talleres educativos, crear su propia banda, ensayar y hasta presentarse en vivo ante el público sobre el escenario a montarse el 26 de julio en Comaco (en Martín Coronado). Esa cita -tal vez la noche más esperada- será el festival que coronará la edición de este año.

Las once integrantes del Comité que conduce la colonia autogestiva Chicas Amplificadas acaba de lanzar la convocatoria a mujeres cis, personas trans, no binarias y disidencias de género que quieran sumarse como voluntarias para cubrir los puestos de docentes de instrumentos, canto, producción musical, sonido, asistencia de banda, coordinación de talleres artísticos y corporales, registro fotográfico y audiovisual, cocina y logística general, mediación y acompañamiento de las participantes. En mayo se abrirán las inscripciones para dar lugar a la ilusión de las nuevas alumnas.
“Arte, docencia y, sobre todo, música se fusionan en este proyecto que se difunde cada vez más de boca en boca, especialmente en el conurbano. Tratamos de brindar el mayor acompañamiento a las chicas más vulnerables paras que puedasn costear su viaje hasta Tres de Febrero y no abandonen lo que empiezan con tanto entusiasmo”, explica Verónica “Verín” Comán, una de las patas esenciales del staff de Chicas Amplificadas.

Mientras los acordes de rock y la integración ganan la escena en cada jornadas, un silencioso plantel de cocineras prepara el desayuno, el almuerzo y la merienda que se sirven a a cada participante. En esos ratos de intervalo e intercambio de historias familiares salen a la luz revelaciones como “mi hermano tocaba la guitarra y nunca me la prestaba. Por eso estoy acá, quiero aprender”.
Un caso similar es el de la propia Comán, curtida de chica con los temas de Nirvana, Courtney Love y Viudas e Hijas de Roque Enroll, pero limitada a un papel de mera iradora porque nunca llegó a concretar su sueño de convertirse en baterista.

“Lo que más me conmueve de esta iniciativa con acento en la equidad de género y la igualdad social es el fuerte sentido colectivo que adoptan las participantes, es hermoso y valorable cómo todas se ayudan, de qué manera ejercen nada menos que el poder desde lo creativo”, rescata Comán, dispuesta a volver a sorprenderse con el nuevo despliegue de talento, aún por pulir, que esperan a sus oídos y sus ojos.

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