Si alguna vez caminaste por las calles de Palermo, seguramente viste los dibujos de un pibe con gorra, acompañados de mensajes como “lo piola llega” o “amar garpa”. Esas imágenes, ya parte del paisaje urbano, son obra de Guille Pachelo, un artista del conurbano que llenó Buenos Aires con su personaje.
Pachelo, de 38 años, nació en Morón, vivió varios años en Ramos Mejía y luego se mudó a Moreno, donde pasó gran parte de su vida antes de instalarse en la Ciudad de Buenos Aires. Nacer y crecer en el oeste del Gran Buenos Aires fue, para él, un motor. “En Moreno, por ejemplo, no hay museos grandes como el Malba, no hay grandes proyectos. Cuando me mudé, sentí que se me abría un mundo de posibilidades”, dice. Esa diferencia lo marcó, venir de un lugar con menos al arte le dio una energía y una iniciativa que, cree, no tendría si hubiese nacido en la ciudad.
Hace 12 años comenzó a pintar en la calle, iniciando su camino en el mundo del street art, un arte que para él no solo busca decorar el espacio público, sino generar un impacto positivo tanto en la gente como en el entorno. Hoy, sus dibujos aparecen en persianas de negocios como en estaciones de tren, murales y paredes del conurbano y la ciudad. Con un trazo simple y frases breves, Pachelo convirtió la calle en su principal espacio de trabajo y circulación, sin necesidad de adaptarse a ningún circuito tradicional. Su obra está ahí, al paso, pensada para quien la vea sin buscarla.

Para él, no se trata solo de crear por crear, sino de plasmar lo que ocurre en su vida diaria. Sobre el personaje de gorrita, protagonista de su obra, cuenta que el primer boceto nació en un viaje en el Tren Sarmiento de Moreno a Once. “El personaje está pensado como si fuera un pibe del conurbano común y corriente. Yo uso gorra, todos en el tren usan gorra, es algo identitario, parte del paisaje”.
Tiene múltiples influencias, pero su estilo está marcado sobre todo por lo cotidiano, con frases simples y directas. Su vida, sus experiencias o lo que escucha en una conversación pueden ser disparadores para crear. Busca que las personas se sientan identificadas con su obra y la hagan propia. “Que esa frase o ese dibujo se vuelva parte de su identidad más que de la mía, que lo tomen como propio”, dice. Le gusta dejar sus trabajos abiertos, ambiguos, para que cada quien les dé su propio sentido e interpretación.

La forma en que la gente se comunica a diario es un elemento clave en su obra. “Me tomo el tren y me inspiro con lo que la gente habla, con esa picardía y chispa que genera el lunfardo que se usa en el conurbano, me sirve para sacar palabras, alimenta mi obra”, comenta.
En Instagram, lo siguen más de 100 mil personas,ahí también se refleja el vínculo que tiene con su público: la gente comenta, comparte y resignifica sus obras. “Hacer algo porque te gusta, y que ese arte conecte con alguien que no conocés, genera sensaciones que no se pueden controlar. Nunca sabés lo que puede provocar en otra persona”, cuenta.
Las calles de Palermo concentran más gente fotografiando murales que gente en los museos. El arte urbano tiene una particularidad: es accesible para todos y aparece de manera inesperada, en cualquier rincón. “La magia del street art está en esa capacidad de sorprenderte, de aparecer cuando menos lo esperás”, explica Pachelo. Y eso es justamente lo que logra con cada dibujo y frase en la calle: conectar con la gente de manera inmediata, sin necesidad de que la busquen. Su arte no solo es parte del paisaje urbano, sino también de una identidad que sigue muy de cerca, la del conurbano, y que él logra transmitir en cada trazo.
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