Las reuniones de consorcio virtuales ya forman parte de la nueva normalidad que impuso la pandemia. Vecinos y es aún están dando sus primeros pasos con esta herramienta, a prueba y error. Y en ese camino surgen dudas, discusiones y problemas técnicos que pueden hacer de estos encuentros algo arduo de soportar.
En las asambleas, que volvieron recientemente tras una larga suspensión, se siguen debatiendo decisiones con impacto directo en las expensas y en la vida cotidiana del edificio.
Y si en modo presencial ya podía ser complejo garantizar un intercambio ordenado, civilizado y ajustado al temario, en una sala de Zoom el desafío se agiganta, entre ruidos de fondo que pasan al frente y el audio que llega tarde o se entrecorta.
Pero no es sólo eso. Además surgen desacuerdos en torno a cómo organizar y reglamentar las "video reuniones" para que sean útiles y legalmente válidas.
¿Algunos participantes deberían tener el poder de silenciar micrófonos de otros, para garantizar un mínimo silencio? ¿O es mejor que no para evitar que el elegido abuse de esa facultad para callar al que se le opone?
¿Conviene grabar todo o no">