180 representantes de seis países se reunieron este jueves en el Congreso Nacional argentino y redoblaron el impulso a una alianza de cooperación regional para reposicionarse en la oferta de alimentos y energía global con una producción eficiente y sustentable.
En ese sentido, activaron un Espacio Parlamentario Agroindustrial Sudamericano para coordinar acciones conjuntas, promover el desarrollo rural y fortalecer el vínculo entre el campo y la política.
La Segunda Cumbre Sudamericana Agro Global concluyó con la firma de la Carta de Buenos Aires por parte de legisladores y entidades agropecuarias, que reafirma la Carta de Brasilia, suscrita en octubre de 2024.

Con el lema “Agro y Política: Una alianza regional”, el encuentro reunió a representantes del sector privado y parlamentarios de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Perú y Uruguay, que compartieron un diagnóstico común: el agro sudamericano necesita mayor integración política y legislativa para enfrentar desafíos compartidos como el cambio climático, las barreras comerciales y la necesidad de más infraestructura rural.
La Fundación Barbechando, liderada por Angeles Naveyra, y los legisladores –encabezados por Atilio Benedetti- le dieron continuidad al proceso iniciado el año pasado en Brasilia, cuando una delegación de legisladores argentinos visitó la capital del país vecino para conocer de primera mano las reformas que en las últimas décadas convirtieron a Brasil en uno de los principales productores y exportadores de alimentos del mundo.

Brasil aportó una nutrida delegación al evento desarrollado en Buenos Aires, que incluyó a la senadora Tereza Cristina, ex ministra de Agricultura y Ganadería; Tania Zanella, presidenta del Instituto Pensar Agropecuaria (IPA); Sergio Bortolozzo, presidente de la Sociedad Rural (SRB); y el diputado Pedro Lupión, máxima autoridad del Frente Parlamentario Agropecuario, además de numerosos legisladores diputados y senadores.
Entre los argentinos, participaron activamente Alfredo De Angeli, Rodolfo Rossi, Luis Picat, Roberto Mirabella, Fernando Villela, José Martins, Ignacio Garciarena, Lucas Magnano, David Hughes, Pedro Vigneau, Fabio Quetglas, Alfredo Sesé, Nelson Illescas, Gabriel Delgado, Juan Manuel López, entre otros.

La jornada comenzó con un minuto de silencio en homenaje al Papa Francisco, fallecido esta semana. En ese sentido, Benedetti, refirió que, a través de sus buenas prácticas, el agro sudamericano hace una contribución al cuidado del ambiente, con sistemas extendidos como la siembra directa, “en sintonía con la encíclica Laudato Si, en la que el Papa exhortó a cuidar nuestra casa común, como señaló un destacado periodista argentino (en alusión a una nota de Héctor Huergo de esta semana en Clarín Rural: ver Francisco, estamos haciendo lío) .
La Carta de Buenos Aires fue firmada por organizaciones como la Fundación Barbechando, como coordinadora del Comité Ejecutivo Agrobioindustrial (ABI, Argentina), Instituto Pensar Agropecuária (Brasil), Instituto Pensar Agro (Chile), UGP-Unión de Gremios de la Producción (Paraguay), y las que en un futuro se adhieran de Colombia, Perú y Uruguay.

Remarcaron la necesidad de impulsar “un modelo de cooperación regional que articule a los parlamentarios sudamericanos en una agenda conjunta”, con foco en el desarrollo sustentable, el uso responsable de los recursos naturales y el a tecnologías.“La región tiene potencial para consolidar condiciones de mayor estabilidad institucional, sin restricciones al comercio”, subrayaron.
Articularán el trabajo junto al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), dirigido por el argentino Manuel Otero, para compartir leyes, datos y buenas prácticas, y organizar capacitaciones que fortalezcan las capacidades legislativas en temas agroindustriales.

La ex ministra de Agricultura y Ganadería brasileña resaltó particularmente la figura de Otero, cuya labor al frente del IICA ha servido en los últimos años para construir una postura unificada del continente americano en los principales foros de debate internacional sobre el futuro de las formas de producción y consumo de los productos agropecuarios.
“Hay mucha desinformación. La brasileña es una agricultura tropical, desarrollada en los últimos 50 años, que es única. Hemos invitado a autoridades de la Unión Europea, que vendrán a nuestro país a conocer cómo producimos y esperamos que la visita traiga los resultados que queremos. Rechazamos el proteccionismo traducido en normas ambientales”, afirmó Tereza Cristina.

El Espacio Parlamentario Agroindustrial Sudamericano será una plataforma de cooperación legislativa interpartidaria que se propone coordinar leyes, generar consensos y acompañar con políticas públicas el crecimiento del agro. “El trabajo conjunto puede aportar soluciones concretas a los desafíos que enfrenta el agro en nuestra región”, expresaron.
Los firmantes se comprometieron a sostener reuniones periódicas, compartir propuestas legislativas y promover el intercambio ágil de información. También acordaron realizar actividades de formación para legisladores y articular con el sector privado.

La cumbre dejó frases que sintetizan el espíritu del encuentro. Una de ellas, repetida en pasillos y documentos, fue que “el agro necesita de la política, pero también la política necesita del agro”.
También se reafirmó “nuestro compromiso con la seguridad alimentaria global, la erradicación de la pobreza y el uso responsable de los recursos naturales”.
Federico Landgraf, director ejecutivo de Casafe, enfatizó que este encuentro es "muy importante y estratégico. En un país agroexportador como Argentina, es imprescindible que las decisiones políticas comprendan profundamente al sistema productivo. En ese camino, estamos aprendiendo de experiencias como la de Brasil donde existe una articulación parlamentaria sólida que defiende los intereses estratégicos del agro porque beneficia al país todo.
Cree que “esta alianza regional es una oportunidad concreta para compartir aprendizajes, profundizar la cooperación legislativa entre países y prepararnos para los debates internacionales” y felicitó el trabajo de la Fundación Barbechando y los legisladores de diversos bloques políticos que armonizaron en el armado del evento.
Más allá de las formalidades, lo que quedó claro en Buenos Aires es que los actores del agro y la política en Sudamérica comenzaron a caminar en la misma dirección. Ya no se trata solo de producir más, sino de legislar mejor, integrarse regionalmente y diseñar políticas públicas alineadas con los desafíos globales.
Áreas prioritarias de trabajo del nuevo bloque parlamentario
• Adaptación productiva: desarrollo de estrategias frente al cambio climático y promoción de prácticas sustentables en la producción agropecuaria.
• Defensa comercial: coordinación regional ante barreras arancelarias, paraarancelarias y exigencias ambientales que afectan el comercio internacional.
• Innovación tecnológica: impulso a marcos normativos que favorezcan la biotecnología, la digitalización del agro y el a conectividad en zonas rurales.
• Seguridad alimentaria: propuestas enfocadas en el fortalecimiento de pequeños y medianos productores, con a tecnología y mercados.
• Infraestructura rural: inversiones clave en rutas, caminos, ferrocarriles, puertos y redes digitales para mejorar la competitividad exportadora.

Uno de los puntos fuertes del acuerdo parlamentario es la decisión de no crear estructuras formales, sino priorizar la agilidad y la flexibilidad en el trabajo conjunto. Según el documento constitutivo, el Espacio funcionará con reuniones presenciales y virtuales, intercambio de documentos y propuestas legislativas, y actividades de capacitación continua para los legisladores.
Se busca así evitar burocracias innecesarias y fomentar una dinámica más práctica y resolutiva.
Esta hoja de ruta marca una agenda ambiciosa que combina desarrollo económico, sostenibilidad ambiental y arraigo territorial, en línea con las demandas actuales del campo y de las comunidades rurales.
Como quedó escrito en la Carta: “Sudamérica puede ser un actor clave en la seguridad alimentaria global si actúa unida, con visión y estrategia”.

En el de las conclusiones, Jorge Saenz Rozas enfatizó que “ la diversidad de nuestros países en cuanto a trayectorias y visiones no es un obstáculo, sino el punto de partida para construir una agenda compartida.
Destacó que se está cultivando “un espacio seguro, respetuoso y genuino de diálogo político, donde la confianza y la escucha activa sean tan importantes como los contenidos. Un espacio donde podamos disentir, debatir y, aun así, avanzar juntos. El contexto mundial requiere pragmatismo y ponerse manos a la obra rápidamente, tanto actores públicos como actores privados”.
Y definió que “la Carta de Buenos Aires refleja ese espíritu: plural, técnico, profundamente comprometido con el desarrollo agrobioindustrial y la integración regional. Y lo más importante: no es un documento para la coyuntura, sino una hoja de ruta para el mediano y largo plazo, que trasciende gobiernos, ciclos y fronteras”.
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