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      Y un día, la académica trans McKenzie Wark dijo: “No quiero ser un hombre, hagamos otra cosa”, y transicionó

      La pensadora australiana estuvo en el Filba y presentó su autobiografía reciente en la que cuenta su cambio de sexo. También habló en esta entrevista de la imposibilidad de contabilizar los géneros, analizó el crítico rumbo político de EE.UU., las internas del feminismo y el papel negador del psicoanálisis: "No tiene nada para darle a las personas trans".

      Y un día, la académica trans McKenzie Wark dijo: "No quiero ser un hombre, hagamos otra cosa", y transicionóMckenzie Wark: "Nadie sabe cuántos sexos hay". Foto: Fernando de la Orden

      Enfática, certera y de buen humor. La risa de McKenzie Wark rebota en las paredes de una sala de la editorial ubicada en un barrio porteño que podría estar en la periferia neoyorkina. En estas calles se ven bares inesperados, street art y gente que vive con otras formas de medir el tiempo. Esa ciudad de EE.UU. desde hace tiempo es un oasis de tolerancia de las identidades sexuales y es donde hoy ella vive. La escritora trans, autora de Vaquera invertida (Caja Negra), cuenta su obra, vida y transición. Y se ríe. Fue una de las figuras destacadas del reciente Filba en el que participó y donde fue muy aplaudida.

      McKenzie habla en Vaquera invertida, y en esta entrevista, de su intimidad y la detalla al extremo para explicar todas las instancias de su transformación. De cómo llegó a ese momento y lo que vino luego. Del mismo modo lo hace con su actividad académica, su involucramiento en el análisis político, social y cultural de este mundo que sufre -también- del cambio perpetuo. 

      “Traté de escribir el libro durante mucho tiempo, décadas, y siento que mi transición a un género distinto -y a un género literario distinto- tenían que ocurrir al mismo tiempo, y toda la escritura a partir de este libro ha sido distinta", explica sentada y relajada con un vestido fucsia y abrigo blanco. Agrega: "Creo que al convertirme en un sujeto distinto en el mundo, tenía que escribir algo distinto. Y estoy orgulloso de la mayor parte de los libros que escribí, creo que son 17. Hubo experimentos formales antes, no son todos iguales, me interesa mucho la forma. No me he apartado de la no ficción, trato de escribir sobre lo que está pasando, quiero poder describir una sensación o un sentimiento y tener un concepto para eso, todos mis libros lo tienen. Al estar más presente en mi propio cuerpo soy capaz de escribir a través de eso, incorporar mi experiencia. Me gusta la escritura que estoy haciendo ahora. Muchas personas diferentes me leen ahora, eso está buenísimo”.

      "El gobierno quiere que yo sea consistentemente la misma persona", sostiene McKenzie Wark.
Foto: Fernando de la Orden"El gobierno quiere que yo sea consistentemente la misma persona", sostiene McKenzie Wark. Foto: Fernando de la Orden

      –Hay una pregunta que recorre el mundo del siglo XXI: ¿Cuántos sexos, cuántos géneros hay?

      –Nadie sabe. Nadie conoce la respuesta a eso, jajaja.

      –¿Y Facebook?

      –Siempre se pueden inventar nuevas...

      –¿Cuándo descubriste tu estilo femenino? ¿Cuándo quisiste ser una mujer?

      –No lo sé, y esto fue más bien un libro sobre no saber la respuesta a esa pregunta, porque la mayoría de los libros trans son sobre saber y pensé que era más interesante escribir sobre el no saber de qué género era. Entonces lo tuve que inventar.

      –¿Cómo conviven en vos tus distintas identidades?

      –¿No las tiene todo el mundo? Creo que lo que realmente ocurre es que estamos constantemente inventándolas en el momento, creo que la situación llega primero y la idea al final. Habitualmente no nos alejamos mucho de la identidad que estamos construyendo, y podría ser muy confuso si uno lo hiciera, pero resulta que la identidad no es la cosa central, es el producto, lo que viene después de la situación en la que uno está.

      Vaquera invertida (Caja negra), de Mckenzie Wark. Traducción: Mariano López SeoaneVaquera invertida (Caja negra), de Mckenzie Wark. Traducción: Mariano López Seoane

      –¿Es un problema tener muchas identidades o se fortalecen unas a otras?

      –El gobierno quiere que yo sea consistentemente la misma persona. Cambiarse el nombre es mucho más fácil en Argentina, pero en los Estados Unidos es realmente muy difícil elegir un nombre o género distinto. En mi país, Australia, es todavía más difícil y ni siquiera me molesté en cambiarlo, no me importa el nombre que figura para el gobierno. Las empresas quieren que seamos segmentos de mercado consistentes para vendernos cosas, pero mi interés no es etiquetarme como esto o aquello. Tal vez quiera cambiarlo de vez en cuando. Y lo hice más de una vez. No estoy sugiriendo que uno tendría que ser opaco, creo que yo he sido versiones auténticas de lo que podía ser en distintos momentos, y todos pueden hacer eso. Podría ser desestabilizador reinventarse muy seguido o mucho, pero tal vez haya más flexibilidad de lo que creemos para cambiar.

      Festejos por el Día Internacional del orgullo gay en Nueva York.
Foto: EFE/Justin LaneFestejos por el Día Internacional del orgullo gay en Nueva York. Foto: EFE/Justin Lane

      -¿Te fuiste a Estados Unidos en busca de mayor tolerancia, libertad de género…? ¿La encontraste?

      -No. Fui a EE.UU. por amor, me enamoré de un neoyorquino y me mudé en el año 2000. Soy de una país pequeño y Nueva York es probablemente la capital del mundo angloparlante, entonces sí, para mí fue ir a la gran ciudad, y creí que iba a encontrar más posibilidades como escritor y como investigador, y la pasé muy bien en Nueva York. Probablemente se hayan visto sus últimas buenas épocas, pero me alegra haber sido parte de ella. Es la historia de un provinciano en ese sentido.

      –¿Y fuera de Nueva York, en el resto de Estados Unidos, cómo te sentís?

      –Vivo en Nueva York, no en Estados Unidos… Es aterrador ver cómo se desmorona un estado. Es el gobierno estadounidense desestabilizándose a sí mismo. Es una ironía.

      Baños para todes. Oval Park Grille restaurant en Durham, Carolina del Norte. 
Foto: SARA D. DAVIS / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP)Baños para todes. Oval Park Grille restaurant en Durham, Carolina del Norte. Foto: SARA D. DAVIS / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP)

      –Podemos ver que en Estados Unidos hay una explosión de géneros cruzados con posiciones políticas, el color de piel, los orígenes… Es algo muy interesante, pero también genera la imposibilidad de comprender qué está ocurriendo, ¿no?

      –Algunas cosas están movidas por el espacio de trabajo. istrar la fuerza de trabajo existente en EE.UU. les ha llevado a decir “oh, no podemos seguir actuando como que todos aquí son hombres blancos, porque ellos no están haciendo el trabajo”. Más de la mitad de la fuerza de trabajo en EE.UU. está integrada por mujeres, el 40% no son blancos. Se trata de reorganizar cómo dirigirse a todo el mundo de modo que se pueda incluir a todos. Dicen “tenemos que dirigirnos de otra manera, de otro modo nadie se va a presentar al trabajo”: esa es la explicación banal, no del todo completa para los cambios en la cultura de trabajo. Si tratas de hacer un producto y venderlo asumiendo que todos son iguales ya no funciona. Pero hay un contraataque (backlash) tremendo, es una era de bifurcación en el camino, de saber si EE.UU. se convertirá en un aparato político fascista, que está imponiendo una suerte de imagen cristiana del mundo en todos. Es como la última chance para que pase, pero es un peligro muy real, extremo de lo que podría ser EE.UU.. Las personas trans son la punta de lanza, porque somos una minoría demonizable con muy poco poder.

      Manifestación por derechos en el día del topless Nueva York, 2016.
Foto: AFP PHOTO / KENA BETANCURManifestación por derechos en el día del topless Nueva York, 2016. Foto: AFP PHOTO / KENA BETANCUR

      –Este mapa de los géneros también nos lleva a la cultura de la cancelación para quien no lo respete… ¿Cómo te encuentran los debates sobre la cancelación?

      –Es absurdo. Las personas queer y trans se cancelan entre sí, y ahí es donde realmente importa. Alguien denuncia a alguien por acoso sexual y después esa persona es cancelada, lo cual quiere decir que pueden ser echados o ya no ser bienvenidos en una comunidad. Esta versión de la cancelación es intracomunidad, en donde estamos tratando de ver cómo istrar el mal comportamiento. Todos tienen algún tipo de mal comportamiento, ¿no? Me pregunto: ¿Qué nivel de mal comportamiento requiere qué nivel de sanción"Mckenzie Wark en Buenos Aires. Foto: Fernando de la Orden" loading="lazy" width="720" height="480" decoding="async" data-nimg="1" style="color:transparent" src="/img/2022/10/05/MS0RKrihX_720x0__1.jpg"/>Mckenzie Wark en Buenos Aires. Foto: Fernando de la Orden

      –El psicoanálisis se pregunta qué es un hombre, qué es una mujer, ¿vos te lo preguntás? ¿O tus preguntas son otras?

      –Voy a darte una opinión controvertida para Argentina: el psicoanálisis no tiene nada para darle a las personas trans. Nos presionó y nos explotó durante cien años: el psicoanálisis nos debe reparaciones. La fenomenología me parece mucho más útil, Merleau-Ponty, la idea de ambigüedad es mucho más interesante. Se empieza por una ambigüedad corpórea y a través de las interacciones se crean las respuestas, y se descubren posibilidades para estar en el mundo. Eso me parece muchísimo más útil que asumir que uno tiene que empezar por la sexuación, es como una estructura masiva que viene de arriba. No me importa realmente lo que es un hombre o una mujer, el lenguaje afecta la experiencia, la memoria, que uno es capaz de reconstruir como una forma de estar en el mundo. Entonces sí, eso me parece mucho más interesante. Empecemos con la práctica experimental y veamos cómo podrían ser las cosas.

      –¿Y este estadio del capitalismo tiene un nombre para vos?

      –Traté de renombrarlo, y no me importa cómo lo llamen los demás, tal vez no ayude tanto seguir añadiendo modificadores a “capitalismo”, como si fuera eterno, la esencia. Qué pasaría si describiéramos este modo de producción en sus propios términos y viéramos que el control de la información se está convirtiendo en un modo de control de toda la cadena de valor. Después le prestaríamos atención a las técnicas de la información como control. En los últimos 15 años se han transformado los medios de producción y la distribución geográfica del trabajo. La derrota de los movimientos de los trabajadores está asociada a esa redistribución.

      McKenzie Wark. Básico

      Nació en Australia en 1961 y vive en Nueva York. Su libro más reciente es Philosophy for Spiders: on the low theory of Kathy Acker. Es profesora de Estudios Culturales y Medios de Comunicación en el Eugene Lang College de la New School for Social Research de Nueva York.

      Ha publicado numerosos ensayos de crítica cultural centrados en el legado cultural y político de la Internacional Situacionista (IS). También ha estudiado los cambios sociales y culturales producidos por la incursión de las tecnologías de la información y la comunicación en nuestra cotidianidad.

      En 2017 transicionó.

      Sus títulos disponibles en español son: Un manifiesto hacker, La playa bajo la calle y El capitalismo ha muerto. En 2020 editó el número “trans fem aesthetics” de la revista e-flux. En la actualidad, se encuentra trabajando en un libro acerca de la escena rave trans y queer en Nueva York.

      Dijo Paul B. Preciado:

      Paul B. PreciadoPaul B. Preciado

      “Esta sería una autobiografía sexual si McKenzie Wark no hiciera estallar la presuposición de que el sexo y el género son binarios y que el sujeto es uno e indivisible. Vaquera invertida es una polibiografía donde los deseos luchan por existir más allá de las fronteras del patriarcado y el capitalismo, pero también de la cultura gay. Los ingredientes incluyen: un cuarto de esperma y sexo anal, un cuarto de glitter punk y drogas, un cuarto de teoría comunista, y tú, lectorx, puedes agregar el resto.” 


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      Hector Pavon
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