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      Compitió por un Oscar y es el cineasta iraní más odiado por su gobierno: quién es Mohammad Rasoulof

      • Es director del film La semilla del fruto sagrado, que puede verse actualmente en el cine.
      • Condenado a prisión, se exilió en Alemania y representó a ese país en la última ceremonia de premios de la Academia.
      • Su película cuestiona al régimen de Irán y destaca el rol de las mujeres.

      Compitió por un Oscar y es el cineasta iraní más odiado por su gobierno: quién es Mohammad RasoulofFilm "La semilla del fruto sagrado".

      Mohammad Rasoulof es el cineasta iraní más odiado por su gobierno. A los 52 años, perseguido, se exilió en Hamburgo, Alemania, donde estudió cine de joven: llegó en mayo pasado casi un mes después de haber salido de Teherán, donde en marzo lo habían condenado a ocho años de cárcel, castigos físicos y la confiscación de sus bienes por atentar “contra la seguridad nacional”: o bien huía o bien lo arrestaban.

      En las últimas semanas, a sabiendas de lo que le esperaba en su tierra natal si se quedaba (aunque aún mantiene la esperanza de volver en algún momento), ha estrenado en un puñado de países –entre ellos, en la Argentina– el film La semilla del fruto sagrado, sobre la rebelión de las mujeres en Irán. Las mujeres, asegura, lideran la batalla por los derechos humanos en aquel país de Medio Oriente.

      Video

      Video trailer de "La semilla del fruto sagrado"

      Sabía que su película, filmada en secreto, no caería bien en un gobierno de ayatolas. No le importó en rodajes anteriores, poco le importó ahora: apuró la filmación mientras se definía su caso en la justicia y concretó el montaje ya en el extranjero. El largometraje, de casi tres horas de duración, puede verse en la actualidad en salas mainstream de Buenos Aires como las de Cinépolis Recoleta.

      Destino

      A Rasoulof lo detuvieron ya varias veces en Irán: una en 2010 por filmar sobre el Movimiento Verde de su país (protestas luego de las elecciones presidenciales de 2009); luego en 2021 (arresto domiciliario) y nuevamente en 2022 (siete meses en prisión por firmar un documento en contra del gobierno). Fue precisamente en la cárcel donde germinó La semilla del fruto sagrado. Entre los presos se encontraba el cineasta Jafar Panahi (otrora ganador de la Berlinale) y juntos vieron la gestación del movimiento Mujer, Vida, Libertad, como consecuencia del asesinato policial de Zhina Mahsa Amisi por no llevar correctamente el hijab en 2022.

      Dos cosas le llamaron la atención al director durante su período en la cárcel: por un lado, que los guardias miraran en copias piratas su film La vida de los demás (su producción anterior, censurada y ganadora del Oso de Oro en la Berlinale de 2020, adonde participó vía videollamada); por el otro, que uno de sus interrogadores le contara que sus hijos le preguntaban a qué se dedicaba. Otro funcionario le confesó que odiaba tanto su trabajo que quería ahorcarse pero no se animaba.

      A su manera, ambas experiencias empujaron ideas que aparecen en la película. ¿Por qué? Acá aparece el argumento principal: en medio de las protestas que sacuden las calles de Teherán por la muerte de una joven, Iman celebra su ascenso como juez del Tribunal de la Guardia Revolucionaria (es decir, se convierte ni más ni menos que en “interrogador”). Los hechos sacuden a su familia: padre de dos hijas en plena adolescencia (a escondidas las jóvenes miran por redes videos de protestas del movimiento Mujer, Vida, Libertad) y esposo de una mujer que intenta equilibrar y mediar entre las partes, el hombre se encuentra cuestionado por su entorno más íntimo.

      Iman celebra su ascenso con su esposa y sus dos hijas, en "La semilla del fruto sagrado".Iman celebra su ascenso con su esposa y sus dos hijas, en "La semilla del fruto sagrado".

      Y de repente, para empeorar la situación, su arma reglamentaria desaparece de su mesa de luz y empieza a desconfiar de su familia. ¿Qué pensarían en su trabajo si se enteraran de que sus hijas cuestionan el régimen gubernamental para el cual trabaja y que ha perdido su pistola a manos vaya uno a saber de quién (probablemente alguien de su familia)? ¿Hasta dónde es capaz de llegar para recuperar su antigua cotidianeidad?

      Cannes, donde cerró la competición y obtuvo una mención especial; Donostia; Nueva York, Busán (en Corea) y Los Ángeles fueron los festivales donde participó La semilla del fruto sagrado en 2024 y hasta representó a Alemania en los Oscar en la categoría Mejor Película Extranjera (perdió a manos de la brasileña Aún estoy aquí). El film viajó con sus traspiés y cosechó su propio anecdotario: el cineasta se dejó crecer la barba para que no lo reconocieran en los rodajes en exteriores; la actriz que encarnó a la madre estuvo 12 días en prisión por participar de una protesta sin velo; y a Cannes sólo pudieron concurrir las actrices que interpretaron a las hijas porque el equipo técnico y artístico tenía retenido sus pasaportes.

      Madre e hija, en la mira del patriarca de la familia, en "La semilla del fruto sagrado".Madre e hija, en la mira del patriarca de la familia, en "La semilla del fruto sagrado".

      “Como cualquier otra dictadura o sistema totalitario, quieren un control absoluto sobre las imágenes que no les gustan y que confrontan la realidad de su propia existencia y su propio sistema”, señaló Rasoulof al momento de su exilio en charla con The Guardian. Ya en el Festival de Cannes, fue más allá: “La República Islámica ha tomado al pueblo iraní como rehén”.

      PC


      Sobre la firma

      Paula Conde
      Paula Conde

      Editora de Revista Ñ [email protected]

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