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      Intrigas y tensión en la Corte por la condena a Cristina en Vialidad: ¿es inminente una respuesta que la dejaría fuera de cualquier cargo público?

      • La expresidenta ya tiene una sentencia definitiva por corrupción, con una pena de seis años de cárcel.
      • Al máximo tribunal sólo le queda analizar su queja por supuesta violación de sus garantías constitucionales.
      • Las discusiones internas, el rol del procurador y un dilema: ¿interferir en las elecciones o abrirle la puerta a la impunidad y causar un escándalo?

      Intrigas y tensión en la Corte por la condena a Cristina en Vialidad: ¿es inminente una respuesta que la dejaría fuera de cualquier cargo público?Los entonces cuatro ministros de la Corte, el 1 de marzo en la apertura de las sesiones del Congreso. Días después renunció Manuel García-Mansilla. Foto Xinhua.

      Aún resuenan los ecos del efímero y tumultuoso paso de Manuel García-Mansilla por el cuarto piso del palacio de Tribunales, cuando sus ocupantes se enfrentan a otro grave dilema: ¿hay que analizar la condena por corrupción contra Cristina Kirchner antes de que oficialice alguna candidatura y gane fueros, o es mejor que los serenos plazos burocráticos le eviten a la Corte Suprema de Justicia involucrarse en una de las decisiones más trascendentes de los últimos años?

      La agónica disyuntiva planteada en la película Matrix y ahora renacida en los posteos políticos de libertarios y opositores también tiene su reflejo en la Corte: ¿Qué píldora deben tomar sus ministros? ¿La roja, que representa la aceptación de la verdad, incluso si es dolorosa? ¿O la azul, que simboliza la comodidad de vivir en la ignorancia y la ilusión?

      Simbólicamente, esas dos pastillas descansan ahora sobre los escritorios de Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti. En sus manos está hoy el destino político de Cristina Kirchner, la persona más influyente de la Argentina en las últimas dos décadas.

      La expresidenta y exvice fue condenada por corrupción en el caso Vialidad, durante cuya instrucción, juicio oral y revisión por la Casación Federal se comprobó que durante doce años diseñó, promovió, supervisó y ocultó el desvío de fondos estatales millonarios que terminaron -o al menos pasaron- en los bolsillos de su amigo y socio comercial, Lázaro Báez, a través de 51 contratos de obras públicas que en muchos casos no se terminaban o ni siquiera se hacían, pero se los pagaba antes que a ningún otro proveedor, con sobreprecios y sin controles. Una monumental estructura para defraudar al Estado.

      El circuito judicial de ese expediente comenzó con una denuncia de la Coalición Cívica en 2008, se relanzó y enfocó en las obras viales de Santa Cruz desde 2016, fue juzgado en audiencias orales desde 2019, tuvo sentencia en diciembre de 2022 y fue ratificado en segunda en instancia en noviembre del año pasado.

      Ese espinel, con todas las garantías del debido proceso, acabó con la sentencia definitiva de la Cámara Federal de Casación Penal. Eso significa que el caso está terminado. La última burbuja de oxígeno que Cristina busca respirar es una queja ante la Corte, para que revise justamente si durante el camino se respetaron aquellas garantías.

      Pero ni siquiera este tiro en la noche tiene alguna chance cierta. Durante el transcurso del proceso La Corte ya revisó 24 recursos de queja de la exvice y otros imputados, y ahora tiene 17 bajo estudio. Es decir que el expediente ya pasó por sucesivos y reiterados filtros federales del máximo tribunal. La posibilidad de que sumen o resten alguna mota de polvo al trabajo que durante años se hizo en tres instancias judiciales anteriores es más que remota.

      Entonces la pelea es por el tiempo. Cristina sabe mejor que nadie que el calendario es el mejor amigo de los corruptos en la Argentina, a quienes -con la inestimable ayuda de jueces y fiscales venales- les abrió la ansiada puerta de la impunidad. Por eso sembró de recursos y chicanas todo el sumario, y aún ahora los multiplica: fallida la recusación del doctor García-Mansilla porque renunció a la Corte, este lunes ella repitió el truco contra Ricardo Lorenzetti.

      Desde luego que ese intento por apartar al ministro será infructuoso, pero la presentación de la ahora titular del PJ inició un nuevo incidente que ahora hay que contestar.

      ¿Cuál es la excusa de Cristina para darse por ofendida por Lorenzetti? Que el ministro hizo saber que la Corte debería resolver el caso Vialidad rápido, para que una eventual candidatura de la expresidenta -con sus consiguientes fueros parlamentarios- no conviertan cualquier respuesta del máximo tribunal en una boutade, una mera declaración sin aplicación alguna.

      "Tenemos la obligación de resolver esto antes de que nuestra respuesta, cualquiera sea, se convierta en un papel inútil. Seríamos vistos como cómplices de la corrupción, unos especuladores que evitan su propia responsabilidad bajo la excusa del papeleo y la burocracia", le escucharon repetir a Lorenzetti en su vocalía. "Además sería un insulto a los 24 magistrados, entre jueces y fiscales, que trabajaron y se la jugaron durante años difíciles, soportando presiones amenazas por hacer justicia. Si no sentenciamos, y Cristina gana fueros, todo ese trabajo y esas penurias habrán sido en vano. Sería intolerable".

      Lorenzetti clama por evitar la píldora azul y afrontar la verdad.

      Sus compañeros en el tribunal, en cambio, son más prudentes. "No podemos hacer diferencias entre un caso y otro. Cualquier retraso o cualquier apuro sería injusto. Ahora el expediente está en la procuración, porque el jefe de los fiscales debe analizar los recursos de sus subordinaros. Después se verá acá", coinciden, palabras más o menos. "Cualquier ministro que quiera adelantar algo puede pedir en secretaría el recurso de queja y comenzar a analizarlo. Cada vocalía trabaja sin decir lo que hace. Y está bien. Ahora hay una recusación, es un hecho nuevo. Y como hay tres ministros y Lorenzetti no se votaría, hay que ver si alcanzaría con un voto concurrente e Rosatti y Rosenkrantz, o si habría que llamar a un conjuez para sumar tres."

      La mirada se dirige entonces hacia la oficina de Eduardo Casal. Allí está el reclamo de Eduardo Villar, quien a su vez reitera el pedido de Diego Luciani, para que, ademas del fraude al Estado, a Cristina se la condene también como jefa de una asociación ilícita. Eso duplicaría su pena, hasta los 12 años de prisión. Muy difícilmente Casal desista de esa demanda de todos sus subordinados. Y muy improbablemente tarde mucho en escribirlo. Incluso antes de que termine mayo.

      Entonces el expediente quedará "consolidado" para que la Corte resuelva, si es que no aparecen nuevos hechos -recusaciones, quejas- que exijan más respuestas.

      Ante cada una de ellas, dos pastillas aparecerán frente a los ojos de cada ministro.


      Sobre la firma

      Claudio Savoia
      Claudio Savoia

      Editor de la sección Política, especializado en judiciales [email protected]

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