“Yo esta madrugada escuché un poco de gritos y movimientos, pero como no duró mucho no llamé a nadie”, dice a Clarín un vecino, con la mirada fija en el piso, las manos en los bolsillos y una culpa que le pesa. “Ahora me siento mal, no sé si podría haber hecho algo”. El hombre vive justo debajo del departamento del piso donde, horas después, se halló a los cuatro integrantes de una familia muertos.
Son las 17 en Villa Crespo y la cuadra de Aguirre al 200 está cortada de punta a punta. La gente se agolpa contra el cordón, murmura, pregunta, intenta entender. El rumor ya corrió: toda una familia apareció muerta en su propia casa.
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“Ellos se veían como una familia unida, tranquila… como una familia normal”, agrega el vecino, todavía en shock. “Tengo entendido que él y sus hijos siempre iban con su comunidad, pero la mujer no”, explica Juan un comerciante.
Las víctimas fueron identificadas como Bernardo Adrián Seltzer, de 53 años; su esposa, Laura Fernanda Leguizamón, de 51; y sus hijos Ian, de 15, e Ivo, de 12. Vivían en ese mismo edificio hacía años. Los chicos asistían a un colegio secundario de la zona. Según dicen los vecinos, la mujer era comerciante.
En la esquina, el dueño de un local que los atendía con frecuencia apenas puede hablar. Tiene los ojos vidriosos, como si todavía no pudiera asimilar lo ocurrido.

“Él era una persona macanuda. Eso que están diciendo de que Bernardo mató a toda la familia me lo tienen que demostrar. Toda esa familia era clienta amiga. Yo tengo mis dudas. Me cuesta creerlo”, remarcó sobre la primera versión difundida por la Policía de que el hombre había aparecido con un cuchillo en la mano. Cinco horas más tarde, las mismas fuentes policiales lo desmintieron y dijeron que el hombre fue atacado posiblemente mientras dormía.
Según fuentes oficiales, la puerta del departamento no estaba forzada, lo que descarta un intento de robo. Los cuatro cuerpos presentaban heridas de arma blanca.
La principal hipótesis que manejan los investigadores apunta a un crimen intrafamiliar seguido de suicidio. La mujer apareció muerta en el baño con una puñalada en el corazón. Él, en su cama con múltiples heridas en el pecho.
En el barrio todos los describen igual: una familia como cualquier otra. Una vecina recuerda verlos cada mañana: uno de los dos padres llevando a los chicos al colegio, saludando, con paso apurado. Nada llamativo, nada que anticipara este final.
“Yo los conozco hace 20 años, desde que estoy acá. Nunca los vi como una familia rara. Para nada”, sostiene con asombro.

La causa está a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°5, encabezada por el fiscal César Troncoso, e interviene la División Homicidios de la Policía de la Ciudad.
El cuádruple crimen también generó conmoción en la comunidad judía. El rabino de la AMIA, Eliahu Hamra, repudió lo ocurrido públicamente y envió condolencias a los allegados.
Mientras avanza la investigación, la cuadra de Villa Crespo sigue en silencio. La entrada del edificio permanece custodiado por policías. Los vecinos se asoman, miran, preguntan. Nadie tiene respuestas. Solo una certeza: algo dentro de ese departamento se rompió para siempre.
Cerca de las 20, la Policía de la Ciudad comenzó a retirar los cuerpos del departamento. Los vecinos del edificio empezaron a abrir sus ventanas mirando para abajo, hacia donde estaban los gazebos de la fuerza porteña.
Quienes pasaban por el lugar no salían de su asombro, sobre todo luego de que durante el día, la hipótesis del caso cambió rotundamente y ahora apunta a la mujer de la familia. “No lo puedo creer todavía. Los dos parecían buenas personas, tranquilas, amables”, dice una de las dueñas de la cafetería de enfrente.
MG
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