La IA y un nuevo nivel desbloqueado

La deepfake, hecha con Inteligencia Artificial, de Mauricio Macri llamando a votar a Adorni sorprendió y, sobre todo, indignó a muchos el sábado pasado, horas antes de la elección porteña, en plena veda electoral.

Las voces críticas señalaron que los autores y propaladores del video -todos vinculados al oficialismo nacional, luego se comprobó- no respetaron las reglas del juego. Que cruzaron un límite.

Pocos advirtieron que puede ser lo contrario: que, gusten o no, estas ya son las reglas de juego con las que se juega en la democracia. El límite se ha corrido.

Y desde hace muchos años: desde que la conversación pública se tramita -en gran parte- en las redes sociales y está mediada por algoritmos que buscan capturar la atención. Atención que se consigue y mantiene con escándalos y mensajes extremos.

El sociólogo y ensayista italiano Giuliano Da Empoli es uno de los que mejor describió este fenómeno, en su libro “Los ingenieros del caos”. Allí detalla cómo diversos estrategas políticos o "spin doctors" -de distintos países- usaron herramientas del marketing digital, el Big Data y la manipulación emocional para construir políticamente.

Lejos, muy lejos, del trabajo y la ética de un periodista o un político tradicional -que buscan la verdad de los hechos y transmitirlos racionalmente-, para los ingenieros del caos la verdad no tiene ninguna relevancia. Saben que, en el ecosistema digital, los mensajes de "sentido común" o que buscan el consenso generan muy poco "engagement" (pocos likes o retweets).

Por el contrario, lo que a ellos les importa es que el mensaje “funcione”, es decir, que movilice, divida o escandalice. Que tenga “engagement”. Por eso, las fake news no son errores ni un elemento lateral: son parte central de una estrategia deliberada.

Lo más importante de la deepfake de Macri, entonces, no es la falsedad en sí misma, sino que inaugura el uso de IA Generativa para esta estrategia. Un nuevo nivel desbloqueado.

Frente a esta situación, diversas organizaciones encuadraron el hecho en un “fraude electoral” y diputados llamaron a poner un límite legal a este tipo desinformación en las redes.

¿Gol en contra? Desde el otro lado se mofaron de la idea, la caricaturizaron de “ñoña republicana” y dijeron que sería atentar contra la libertad de expresión. “No entienden cómo funcionan las redes, el mundo cambió”, respondieron. A esta idea se sumó el mismo presidente Milei.

Y algo de razón tienen. El deepfake de Macri puede verse como un meme más. Así funciona el lenguaje de las redes sociales. Quienes estén en contra, y son muchos, deberán pensar una estrategia más sensata e inteligente que solo buscar prohibir legalmente estos mensajes. Si no, seguirán ganando espacio los "ingenieros del caos".

Las reglas cambiaron. Y con la IA en acción, mucho más.