Bruselas respiró la noche del miércoles aliviada después de que la primera ministra británica Theresa May lograra, tras seis horas de reunión, que una mayoría de los 29 de su gobierno diera el visto bueno al acuerdo alcanzado con la Comisión Europea para la salida británica de la UE (Brexit). Sin embargo, en Londres se desató el caos.
El acuerdo es básicamente el que quería Bruselas porque Londres no tiene palancas para hacer peso en la negociación. Theresa May lo explicó en la noche del jueves ante la prensa y el viernes por la mañana en la Cámara de los Comunes al reconocer que su gobierno acepta la menos mala de tres opciones: este acuerdo, un no acuerdo que destrozaría la economía británica o anular todo el proceso y seguir en la UE.
Mirá también
Con May en el alero braceando para salvar su cabeza política, los conservadores se dividen entre un pequeño grupo pro-europeo al que no le gusta el ‘Brexit’ pero que entiende que este es el mejor acuerdo que May podía sacar de Bruselas y los más nacionalistas que maniobran para hacer caer a May.
El acuerdo no gusta a los más acérrimos defensores del ‘Brexit’ porque sus promesas no aparecen por ningún sitio. El Reino Unido, de aprobarse este pacto, tendrá con respecto a la Unión Europea una relación casi idéntica a la que hoy tiene un país como Turquía.
Mirá también
Muchas obligaciones, pocos beneficios
Prometieron que seguirían disfrutando de los beneficios de pertenecer a la Unión Europea sin tener que cumplir con las obligaciones que acarrea y terminarán cumpliendo muchas de las obligaciones para conservar unos pocos beneficios.
Mirá también
Será únicamente parte de la unión aduanera europea (podrá exportar a Europa sin aranceles ni cuotas) sólo durante un período determinado y a cambio de aceptar mantener su legislación alineada con la europea. La mayoría de los diferendos los resolverá el Tribunal de Justicia de la Unión Europea e Irlanda del Norte tendrá un trato privilegiado por parte de Europa, rompiendo así la unidad de mercado británica.
La locomotora europea
Las 585 páginas del texto, con sus 185 artículos, tres protocolos y anexos varios, son una muestra de la potencia de la maquinaria de Bruselas cuando se trata de negociar con un socio más débil. Londres no podrá negociar acuerdos comerciales con terceros países, como habían prometido los brexiteers.
Londres podrá pedir una sola vez una extensión del período transitorio que va del 29 de marzo próximo al 31 de diciembre de 2020, pero sólo la obtendrá si a la Unión Europea le parece bien. Si el Reino Unido no encuentra para entonces una forma de mantener la frontera norirlandesa abierta tendrá que seguir indefinidamente en la unión aduanera europea o permitir que lo haga Irlanda del Norte, echando a esa región en los brazos de Irlanda.
Europeos en el Reino Unido
El gobierno británico tuvo que aceptar que más de tres millones de europeos residentes en el Reino Unido tengan los mismos derechos que tienen ahora. El negociador europeo Michel Barnier lo resumió así el jueves a la anoche en Bruselas: “podrán seguir sus vidas como antes en su país de residencia”.
Bruselas obliga a Londres a nunca discriminar por nacionalidad y a tratar a los europeos como a los británicos en cuestiones como las relaciones laborales.