Margo Glantz tiene tantas maneras de mezclar sus obsesiones literarias como pares de zapatos en su placar del DF. Tantos ensayos sobre Sor Juana como sandalias; tantos textos sobre Bacon, Scarlatti y Rimbaud como botas; tantos fragmentos disparados por lecturas eruditas o por ridiculeces de la vida diaria como tacos. Margo Glantz es inclasificable, pendular, movediza. Y por eso puede escribir un libro como Saña (Eterna Cadencia), y en sus páginas pasar de una pintura de Spencer a la vida de Ferragamo o del Holocausto a Giorgio Armani.
Glantz nació en la ciudad de México en 1930. Académica y escritora, publicó once libros de ficción y decenas de ensayos, muchos de ellos recopilados en sus Obras Completas (FCE). El próximo será sobre sus viajes por la India. Twitea todos los días (@moscas43) pero todavía no se anima al Facebook.
“Mi vida es eso: la enseñanza de la alta cultura, la visita a museos, oír música, pero también comprarme unas medias de un color especial, conversar de cosas intrascendentes y tomar un pisco sour en Perú. Todo eso me parece tan vital como escribir sobre alta cultura”, dice unas horas antes de presentarse en la Feria del Libro, mientras balancea un pie calzado con un hermoso zapato verde con medias al tono (“Me los compré en una tienda catalana que se llama Vialis. Son divinos, ¿verdad">