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      Una editorial argentina que arrancó en la crisis y triunfa en Europa

      El sello Pequeño Editor. Hacen libros para chicos, imaginativos y muy cuidados. Ganaron el premio a la mejor editorial de América en la Feria de Bolonia.

      Una editorial argentina que arrancó en la crisis y triunfa en EuropaCLAIMA20150629_0309 Nacer. La letra "N" en el original abecedario donde los verbos son protagonistas.
      Redacción Clarín

      “Los libros para chicos crecen en un momento en que otras zonas del libro no tanto”, dice la escritora Ruth Kaufman, autora de libros magnéticos y cargados de poesía como La reina Mab o Donde la ciudad termina. Hace trece años, Kaufman creó junto a su compañero, el ilustrador Diego Bianki-nominado al Premio Andersen 2016-, el sello Pequeño Editor. Recientemente, Pequeño Editor se llevó dos importante premios de la Feria del Libro Infantil de Bolonia -la más importante del mundo en el rubro-: fue elegida mejor editorial de América y su libro Abecedario, escrito por Kaufman y Raquel Franco e ilustrado por Bianki, recibió el primer puesto en la categoría Nuevos Horizontes. 

      “Fue un proyecto condicionado por un momento social y político que potenció que saliéramos al mercado a pelear y hacer libros, trasformando la crisis en una oportunidad”, dice Bianki. Desde entonces y hasta aquí no han sido pocos los sellos que trazaron senderos semejantes, modificando radicalmente el campo de la literatura infantil en la Argentina.

      En 2002, Pequeño Editor sacó sus cinco primeros títulos. Redactaron para acompañarlos un manifiesto que decía: “Libros que potencien las capacidades lúdicas y creativas de niños y adultos lectores”. Cumplidos diez años, cuenta Kaufman: “Yo, que soy la más aguafiestas del equipo, dije: la verdad es que nos merecemos pasar del subjuntivo al indicativo. Ya podemos decir 'libros que potencian...'” En ello coinciden varios editores del mundo, que destacaron el trabajo del sello por su innovación y creación artística.

      Kaufman y Bianki, pasan buena parte de su tiempo en Uruguay pero esta tarde se han sentado junto a Raquel Franco, directora editorial del sello, en la sala de reuniones de la casa de Chacarita, donde funciona Pequeño Editor, y comparten, mate de por medio, impresiones sobre la tarea de hacer y vender libros, sobre el panorama de la literatura infantil en nuestro país, las políticas de promoción y también sobre sus gustos y deseos.
      “Hay algo que es claro y es que el propio mercado empuja a que existan otro tipo de editoriales, como la nuestra, artistas que armamos un equipo y trabajamos en un catálogo, pero como somos los propios autores los que lo sostenemos y junto al proyecto favorecemos una red de intercambio con otros artistas y editores que están en la misma”, dice Bianki y da cuenta de un fenómeno cada vez más frecuente entre los sellos independientes.

      Sin embargo, para este tipo de sellos, la permanencia y expansión depende en buena medida de las compras gubernamentales y las políticas de promoción de la lectura, que -coinciden- se ha profundizado en los últimos años.

      “En todos los países de la región los gobiernos están comprando libros y de ese modo están apoyando ediciones de calidad y que se corren del paradigma pedagógico”, explicó Kaufman. Exploraciones que no siempre encuentran ecos en las librerías. “Sin que ello tenga que ver con el público, obedece más bien a la mecánica de la novedad”, comenta Franco. Del criterio de quienes toman decisiones sobre estas compras -que en algunos casos fueron cuestionadas- depende si se favorece la calidad o los negocios.

      “Cuando salimos con la colección fuelle, de libros desplegables, presencié una escena muy graciosa en una librería de la calle Corrientes: una madre entró con un nene y se fue a hacerle una pregunta al vendedor; mientras, el nene descubrió uno de los libros y en dos minutos se puso a jugar con el acordeón. Cuando la madre lo vio se puso colorada y miró al vendedor como preguntándole qué hacer. Como este se encogió de hombros, la mujer agarró al nene de la oreja y lo sacó de la librería”, cuenta Bianki y ríe, todos rien. Pero él insiste: "Los que cargamos de prejuicios a los niños somos los grandes, ellos no nacen con prejuicios. ¿Por qué el niño no va a entender un libro que para el mercado es raro">