Hasta hace algunas décadas, la escala para medir la inteligencia de una persona era el Cociente Intelectual (CI) que evaluaba el pensamiento lógico y matemático.
Sin embargo, esto cambió radicalmente y, ahora, cuando se habla de inteligencia también pesan las habilidades creativas o las necesarias para practicar un deporte.
La mitad de las personas tiene un CI ubicado entre 90 y 109, considerado promedio. Muy por encima están quienes logran un CI de 130, y muy por debajo, las de 69. Ambos extremos abarcan, cada uno, a un 2% de la población.
A esta visión tradicional de la inteligencia, la que dependía solamente del CI, se opone la teoría del psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, Howard Gardner.

Howard Gardner y el impacto de las inteligencias múltiples en la vida cotidiana
En 1983, Gardner publicó su libro Frames of Mind, donde identifica siete tipos de inteligencia. Esto tuvo un enorme impacto, sobre todo en el ámbito de la educación.
Para Gardner las inteligencias que existen son la lingüística-verbal (habilidad para el lenguaje, la comunicación y la escritura), la lógico-matemática (razonamiento lógico, resolución de problemas y pensamiento científico), la espacial (habilidad para visualizar y manipular objetos en el espacio), la musical, la corporal-kinestésica (movimiento, coordinación y control del cuerpo), la interpersonal y la intrapersonal. Luego, agregó la inteligencia naturalista, definida como la habilidad para observar, comprender y clasificar elementos de la naturaleza.
Según Gardner, “la educación debería centrarse en el desarrollo de todas las inteligencias, no solo de las dos que tradicionalmente se han valorado”. Esto implica utilizar una variedad de métodos de enseñanza, como proyectos prácticos, actividades artísticas, juegos y debates, para involucrar a los estudiantes de diferentes maneras.
A pesar de su influencia, esta teoría ha sido objeto de críticas. Algunos argumentan que las inteligencias de Gardner no son independientes entre sí y que la evidencia empírica que las respalda es limitada.
De todas formas, está claro que la habilidad con el lenguaje permite mejorar la comunicación oral y escrita en el trabajo, la escuela o la vida social. El razonamiento lógico y numérico, en tanto, es imprescindible para resolver problemas cotidianos con lógica, mejorar la planificación financiera y la toma de decisiones.

La inteligencia espacial ayuda a orientarse mejor en el espacio, por ejemplo, para leer mapas, diseñar gráficos, tomar fotos o dedicarse a la decoración. La sensibilidad a los sonidos y ritmos, inteligencia musical, permite relajarse o, incluso, desarrollar habilidades musicales.
El control del cuerpo y la coordinación mejora el desempeño físico y la expresión corporal, para bailar, practicar deportes, hacer yoga o realizar manualidades.
La inteligencia interpersonal ayuda a relacionarse mejor con otras personas, a trabajar en equipo, mediar en conflictos o a mejorar la autoestima. La inteligencia intrapersonal es clave para practicar mindfulness o reflexionar sobre metas personales.
En tanto la inteligencia naturalista tiene aplicaciones concretas en el cuidado del ambiente y en actividades como jardinería, senderismo, reciclaje o cuidado de los animales.
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