Un temible asesino podría, cual Fénix, retornar desde las cenizas. Al menos para las zonas donde se ha prácticamente erradicado, como los países desarrollados. Sin embargo, la fiebre tifoidea, una amenaza para la humanidad desde hace miles de años, sigue siendo un gran peligro en nuestro mundo moderno. Y sí, alarma a muchos.
Así lo advierte una investigación de un equipo internacional de científicos, entre ellos de las Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y de Stanford, en EE.UU., junto a otros de la India, Bangladesh y Pakistán.
El estudio, que fue publicado The Lancet Microbe, asegura que la bacteria que causa la fiebre tifoidea está desarrollando una amplia resistencia a los medicamentos y está reemplazando rápidamente a las cepas que no son resistentes.
Actualmente, los antibióticos son la única forma eficaz de tratar la fiebre tifoidea, causada por la bacteria Salmonella enterica serotipo Typhi (S Typhi). Sin embargo, en las últimas tres décadas, la resistencia de la bacteria a los antibióticos orales ha ido creciendo y propagándose.
En su estudio, los investigadores secuenciaron los genomas de 3.489 cepas de S Typhi contraídas entre 2014 y 2019 en Nepal, Bangladesh, Pakistán e India, y encontraron un aumento de Typhi extremadamente resistente a los medicamentos (XDR).
La XDR Typhi no sólo es inmune a los antibióticos de primera línea, como la ampicilina, el cloranfenicol y el trimetoprima/sulfametoxazol, sino que también se está volviendo resistente a los antibióticos más nuevos, como las fluoroquinolonas y las cefalosporinas de tercera generación.
Peor aún, estas cepas se están propagando globalmente a un ritmo rápido.
Aunque la mayoría de los casos de fiebre tifoidea XDR provienen del sur de Asia, los investigadores han identificado casi 200 casos de propagación internacional desde 1990.
La mayoría de las cepas se han exportado al sudeste asiático, así como a África oriental y meridional, pero también se han encontrado superbacterias de la fiebre tifoidea en el Reino Unido, Estados Unidos y Canadá.
"La velocidad con la que han surgido y se han propagado cepas altamente resistentes de S. Typhi en los últimos años es un verdadero motivo de preocupación y pone de relieve la necesidad de ampliar urgentemente las medidas de prevención, en particular en los países con mayor riesgo", afirmó el especialista en enfermedades infecciosas Jason Andrews, de la Universidad de Stanford.
Los científicos llevan años advirtiendo sobre la fiebre tifoidea resistente a los medicamentos. En 2016, se identificó la primera cepa de fiebre tifoidea XDR en Pakistán. Para 2019, se había convertido en el genotipo dominante en el país.
Históricamente, la mayoría de las cepas de fiebre tifoidea XDR se han combatido con antimicrobianos de tercera generación, como quinolonas, cefalosporinas y macrólidos. Pero a principios de la década de 2000, las mutaciones que confieren resistencia a las quinolonas representaban más del 85 % de todos los casos en Bangladesh, India, Pakistán, Nepal y Singapur. Al mismo tiempo, la resistencia a las cefalosporinas también estaba ganando terreno.
Hoy en día, solo queda un antibiótico oral: el macrólido azitromicina. Y este medicamento podría no ser eficaz por mucho más tiempo.
El estudio descubrió que las mutaciones que confieren resistencia a la azitromicina también se están propagando, lo que amenaza la eficacia de todos los antimicrobianos orales para el tratamiento de la fiebre tifoidea. Si bien estas mutaciones aún no han sido adoptadas por XDR S Typhi, de ser así, nos encontramos en serios problemas.
Si no se trata, hasta el 20 por ciento de los casos de fiebre tifoidea pueden ser mortales y, en la actualidad, hay 11 millones de casos de fiebre tifoidea al año.
Los brotes futuros se pueden prevenir hasta cierto punto con vacunas conjugadas contra la fiebre tifoidea, pero si el a estas vacunas no se amplía globalmente, el mundo pronto podría tener otra crisis sanitaria en sus manos.
"La reciente aparición de S. Typhi XDR y resistente a la azitromicina crea una mayor urgencia para ampliar rápidamente las medidas de prevención, incluido el uso de vacunas conjugadas contra la fiebre tifoidea en los países donde la fiebre tifoidea es endémica", escriben los autores .
“Estas medidas son necesarias en países donde la prevalencia de resistencia a los antimicrobianos entre los aislamientos de S. Typhi es actualmente alta, pero dada la propensión a la propagación internacional, no deberían restringirse a esos entornos”.
El sur de Asia puede ser el principal centro de fiebre tifoidea, representando el 70 por ciento de todos los casos, pero si la pandemia del COVID-19 nos enseñó algo es que las variantes de la enfermedad en nuestro mundo moderno y globalizado se propagan fácilmente.
Para evitar que esto suceda, los expertos en salud argumentan que los países deben ampliar el a las vacunas contra la fiebre tifoidea e invertir en nuevas investigaciones sobre antibióticos. Un estudio reciente en India, por ejemplo, estima que si se vacuna a los niños contra la fiebre tifoidea en zonas urbanas, se podría prevenir hasta el 36 % de los casos y muertes por esta enfermedad.
Pakistán lidera actualmente este camino. Fue el primer país del mundo en ofrecer inmunización sistemática contra la fiebre tifoidea. Los expertos en salud argumentan que más países deberían seguir su ejemplo.
La resistencia a los antibióticos es una de las principales causas de muerte en el mundo, cobrándose la vida de más personas que el VIH / sida o la malaria . Cuando están disponibles, las vacunas son una de las mejores herramientas que tenemos para prevenir futuras catástrofes. ¿Cuándo lo entenderán?
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