El romero es una de esas plantas que, además de ser hermosa y perfumada, aporta valor en la cocina, en la salud y hasta en la estética del jardín. Su presencia en una huerta hogareña no solo embellece, sino que también puede funcionar como repelente natural de insectos.
Pero no todo lo que rodea al romero le hace bien. Algunas especies de plantas pueden afectar su desarrollo y hasta favorecer la aparición de plagas. Por eso, si estás pensando en incluirlo en tu jardín o huerta, es importante saber con qué plantas conviene (y con cuáles no) tenerlo cerca.
¿Qué plantas evitar cerca del romero?
Según especialistas en jardinería, hay ciertas hortalizas y flores que no son compatibles con el romero. Por ejemplo, el repollo, el coliflor, el brócoli y otras de la familia de las crucíferas suelen competir por los mismos nutrientes del suelo, lo que puede perjudicar a ambas especies. Además, estas plantas son propensas a enfermedades que pueden contagiar fácilmente al romero.
Otras que no son buena compañía son las zanahorias y las cebollas, ya que tienden a atraer pulgones y otras plagas que podrían pasarse al romero. Incluso algunas flores ornamentales, como los geranios, pueden convertirse en hospedadoras de insectos que terminan atacando la aromática.
¿Cómo cuidar el romero y prevenir problemas?
Si querés que tu planta crezca fuerte, tené en cuenta estos puntos clave:
- Separalo de cultivos incompatibles, especialmente hortalizas de la familia de las crucíferas.

- Evitá que comparta espacio con zanahorias, cebollas o geranios.
- Optá por una maceta individual o un rincón exclusivo en el jardín.
- Revisá sus hojas regularmente para detectar manchas o insectos.
- Hacé rotación de cultivos para mantener el suelo saludable.
Cuidados básicos para que el romero crezca fuerte
El romero prefiere climas cálidos y suelos bien drenados. No le gusta el exceso de agua, así que conviene regarlo solo cuando la tierra esté seca al tacto. Durante el verano, sí necesita algo más de hidratación, pero siempre con precaución.

Otro punto clave es la poda, que ayuda a mantener la forma del arbusto, especialmente si lo tenés en espacios reducidos, y permite eliminar ramas secas o dañadas.
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