Las gomas no solo son esenciales para el buen funcionamiento del auto, también influyen directamente en la seguridad y en el gasto de mantenimiento. Sin embargo, muchas veces se los descuida y se termina pagando caro. Por eso, adoptar algunas buenas prácticas puede marcar una gran diferencia, tanto en la duración de las cubiertas como en la tranquilidad al manejar.
Cuidar las gomas del auto no es complicado. Con rutinas simples y revisiones periódicas, se puede evitar un desgaste prematuro, ahorrar plata y prevenir problemas en el camino. Acá te contamos los cinco trucos clave para que las ruedas de tu auto duren más.
Controlá la presión de las gomas con regularidad
Mantener la presión de aire adecuada es uno de los cuidados más importantes. Si está por debajo de lo recomendado, las gomas se desgastan más en los bordes; si está por encima, el deterioro se concentra en el centro. En cualquiera de los dos casos, se acorta su vida útil y se compromete la adherencia al pavimento.
Además del desgaste, una presión incorrecta también afecta el consumo de combustible y el agarre, especialmente en condiciones de lluvia o frenadas repentinas. La mayoría de las estaciones de servicio cuenta con infladores automáticos donde podés ajustar la presión siguiendo las indicaciones del manual del vehículo o del adhesivo en la puerta del conductor.
Lo ideal es revisar la presión una vez por mes y siempre antes de encarar un viaje largo. También conviene hacerlo con el neumático en frío, ya que la presión varía cuando las gomas están calientes.

La rotación de neumáticos
Muchas veces no se tiene en cuenta, pero las cubiertas no se desgastan todas al mismo ritmo. Por ejemplo, en los autos con tracción delantera, las ruedas delanteras soportan mayor peso y fuerza de tracción, lo que hace que se deterioren más rápido. La rotación permite compensar esas diferencias, extendiendo la vida útil total del juego de neumáticos.
La frecuencia recomendada varía según el vehículo, pero en general se aconseja rotar cada 5.000 a 10.000 kilómetros. Si hacés muchos trayectos urbanos, donde se frena y dobla constantemente, puede convenir hacerlo un poco antes.
Revisá la banda de rodadura de las gomas
La banda de rodadura es esa parte con relieve que ves en el neumático y que cumple funciones vitales: evacúa el agua en días de lluvia, permite una buena tracción y evita el deslizamiento. Si esa banda se gasta demasiado, el riesgo de perder el control del vehículo se incrementa, sobre todo en rutas mojadas.
En Argentina, la profundidad mínima legal es de 1,6 mm. Pero lo ideal es no esperar a que llegue a ese punto. Una forma práctica de hacer un chequeo casero es usar una moneda: si la parte plateada queda totalmente visible al insertarla en una ranura, la goma todavía sirve; si se oculta, es señal de que la banda ya está demasiado gastada.

Si querés una medición más precisa, podés comprar un medidor de profundidad (son económicos) o pedir que lo revisen en un taller. Detectar a tiempo un desgaste irregular también puede alertarte sobre otros problemas mecánicos, como una mala alineación.
Evitá los malos hábitos al volante
Muchas veces, el mayor desgaste de las gomas no proviene del asfalto, sino de cómo se maneja. Aceleraciones bruscas, frenazos innecesarios, derrapes o tomar curvas cerradas a alta velocidad son acciones que, con el tiempo, deterioran las cubiertas mucho más rápido de lo normal.
Una conducción suave, anticipando los movimientos del tránsito, no solo cuida los neumáticos, sino que también mejora la seguridad general. Reducir la velocidad al pasar por pozos, badenes o caminos con piedras también es clave.
Esos impactos, aunque no parezcan graves, pueden generar daños internos en la estructura del neumático. Tampoco es recomendable circular con exceso de carga, ya que eso exige más a las cubiertas y al sistema de suspensión.
Haceles alineación y balanceo regularmente
La alineación y el balanceo son dos ajustes que a veces se pasan por alto, pero que tienen un gran impacto. Si notás que el volante vibra, que el auto se va hacia un costado o que una rueda se gasta más que las otras, probablemente necesite una alineación o un balanceo.
Ambos procedimientos no solo alargan la vida útil de las cubiertas, sino que también mejoran el confort de manejo y reducen el desgaste de otras piezas. Lo recomendable es hacer estos controles al menos una vez al año, o cada 20.000 kilómetros. También conviene hacerlo después de golpear un cordón, caer en un pozo profundo o cambiar algún componente de la suspensión.
Con estos cinco cuidados básicos podés ahorrar plata, evitar problemas mecánicos y, sobre todo, manejar con mayor seguridad. No se trata de grandes inversiones ni de conocimientos técnicos avanzados: son acciones simples, al alcance de cualquiera, que hacen una gran diferencia en tu vehículo.
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