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      Qué pasa cuando los cadáveres son enterrados en el suelo

      • Tras la muerte, el cuerpo inicia una transformación natural y profunda.
      • Cómo contribuye su descomposición a procesos ecológicos.

      Qué pasa cuando los cadáveres son enterrados en el sueloEl proceso natural de un cadáver se desarrolla en varias etapas.
      Redacción Clarín

      La muerte es inevitable, temida y siempre está rodeada de todo tipo de misterios y de leyendas. Más allá de cualquier interpretación, un cuerpo sin vida pasa por un proceso natural que se desarrolla en varias etapas.

      La primera es la frase fresca, cuando aparecen el rigor mortis (rigidez temporal), la hinchazón por abotargamiento (acumulación de gases) y la acción de insectos, que hacen que pierda peso.

      La descomposición continúa con posputrefacción, cuando los tejidos blandos se desintegran hasta que solo quedan los huesos (esqueletización).

      El clima, el suelo, la acción de insectos y otros animales y el material de los ataúdes son algunos de los factores que influyen en que este proceso tarde más o menos tiempo.

      Los cadáveres contribuyen a nutrir el suelo. Foto: Shutterstock.Los cadáveres contribuyen a nutrir el suelo. Foto: Shutterstock.

      Qué pasa cuando los cadáveres son enterrados en el suelo

      En los últimos años, a tono con las tendencias ecológicas, se destaca que un cadáver contribuye a nutrir el suelo, cerrar ciclos biogeoquímicos y sostener redes tróficas (la energía y los nutrientes que fluyen entre los distintos organismos del ecosistema).

      Entender este proceso ayuda a resolver crímenes, pero también nos recuerda nuestra conexión inevitable con la naturaleza, según estudios de ecología forense citados en National Geographic.

      Una vez a unos tres metros bajo tierra, el cuerpo pasa por una serie de transformaciones ecológicas, porque el proceso de descomposición es un fenómeno complejo que involucra la acción de bacterias e insectos y reacciones químicas.

      Un artículo de la revista Muy Interesante destaca que “la ubicación y la profundidad del entierro son factores que afectan la descomposición del cuerpo. Un cuerpo enterrado superficialmente se descompone más rápido debido a la mayor exposición a los elementos y a los insectos”.

      Agrega que, en cambio, “un cuerpo enterrado a mayor profundidad experimenta una descomposición más lenta, ya que el de los insectos y la influencia del clima son limitados. La profundidad también afecta la temperatura y la humedad, que son determinantes en el proceso de descomposición”.

      La etapa fresca son las primeras 24 a 48 transcurridas luego del deceso. Entonces, mediante la autólisis, las células se digieren a sí mismas por falta de oxígeno y liberan enzimas que descomponen los tejidos.

      Un cuerpo enterrado superficialmente se descompone más rápido. Foto: Shutterstock.Un cuerpo enterrado superficialmente se descompone más rápido. Foto: Shutterstock.

      Al estancarse en las zonas bajas del cuerpo, la sangre produce manchas violetas (Livor mortis). Le sucede el Rigor mortis que ocurre por una rigidez temporal de los músculos.

      Entre dos y seis días después, distintas bacterias intestinales como Clostridium producen metano, sulfuro de hidrógeno y dióxido de carbono, que inflan el abdomen. Además, la piel adquiere tonos verdosos o negruzcos, en especial en la zona del abdomen.

      La sigue la putrefacción activa que ocurre cuando los líquidos corporales se filtran al suelo, llevando nutrientes como nitrógeno y fósforo. Compuestos como la cadaverina y putrescina atraen moscas y escarabajos necrófagos. El hígado y los pulmones se licúan, mientras el corazón y el útero resisten algo más.

      Las posputrefacción, que ocurre de 10 a 24 días luego de la muerte, consiste en la desintegración de los tejidos blandos que dejan al descubierto tendones y cartílagos. En suelos húmedos, la grasa se convierte en una sustancia jabonosa que ralentiza la descomposición.

      Luego de varios meses o años, ocurre la esqueletización. Los huesos pierden minerales como calcio y se vuelven porosos y quebradizos. En condiciones normales, los huesos pueden persistir décadas, aunque en suelos ácidos se desintegran entre cinco y diez años.

      En suelos secos y salinos, como los de algunos desiertos, pueden ocurrir una momificación natural y en ambientes anóxicos, el cuerpo puede convertirse en una muñeca de cera (saponificación).