En plena Ciudad de Buenos Aires, donde el ruido del tránsito y el movimiento no se detienen ni un segundo, hay un rincón inesperado que parece salido de otro mundo. A solo unas cuadras del Obelisco, corazón palpitante de la capital, crece un viñedo. Sí, leíste bien: un viñedo en el medio del microcentro porteño.
Este espacio único, que parece más propio de Luján de Cuyo o el Valle de Uco que de la urbe, ofrece una pausa entre tanto hormigón. No solo sorprende con más de 150 plantas de vid, sino que también invita a una experiencia completa: degustaciones, visitas guiadas, y un after office distinto, con el aroma de las hojas de parra y la frescura de un jardín oculto entre edificios históricos.
Se espera que la apertura y la presentación oficial sea para la primavera, en septiembre de este año. En el mientras tanto, conocé todos los detalles de este encantador rincón porteño que próximamente podrás visitar.
Un viaje a Mendoza sin salir de Capital
Ubicado en la esquina de Piedras y Moreno, a pasos de Plaza de Mayo y muy cerca de la mítica Avenida 9 de Julio, este viñedo urbano pertenece al hotel InterContinental. El proyecto nació con la idea de acercar el mundo del vino a la rutina porteña, y rápidamente se volvió una rareza buscada por turistas y vecinos curiosos.
La propuesta no es solo sentarse a tomar una copa. El espacio está pensado para conectar con el proceso vitivinícola desde la raíz: ver crecer las cepas de Malbec, Torrontés, Pinot Noir y Cabernet Sauvignon, aprender sobre sus ciclos y entender por qué el vino es parte de nuestra identidad nacional. Todo esto, sin subirse a un avión ni manejar hasta Cuyo.

Parra, copa y buena charla en microcentro
La atmósfera del viñedo urbano es relajada e íntima. Ideal para cortar el día con un vino en la mano y buena compañía. También es perfecto para cerrar la jornada con un after office entre amigos o compañeros de trabajo. El verde de las vides y la sombra natural que ofrecen las plantas generan un pequeño oasis donde el tiempo parece detenerse.

Además, la vista es parte de la experiencia. Desde las mesas se puede irar la Iglesia San Juan Bautista, uno de los tantos edificios con historia que hacen del centro porteño una mezcla fascinante de épocas. Y con el subte, el colectivo y hasta la bici como opciones para llegar, no hay excusas para no descubrir este tesoro escondido.
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