En un pequeño rincón del sur europeo, en Benevento, se produjo un hallazgo que conecta pasado y futuro: una antigua forma de construcción milenaria, utilizada por generaciones sin formación científica, resulta ser una de las más eficaces para mantener el calor en los hogares.
Un grupo de investigadores se propuso entender por qué ciertas estructuras tradicionales ofrecen tanto confort térmico sin depender de tecnología. Lo que encontraron no solo sorprendió por su simplicidad, sino por su efectividad para mantener el calor dentro de las casas. Detrás de esos techos centenarios se esconde una sabiduría que ahora la ciencia respalda.
Construcción milenaria: cómo influye el diseño del techo en el confort térmico
El comportamiento del aire dentro del techo es clave para entender por qué estas construcciones milenarias son tan efectivas. Cuando las proporciones geométricas del tejado son las adecuadas, el aire se mueve de forma ordenada, creando una especie de manta térmica natural que conserva el calor en invierno y mantiene la casa fresca en verano.
Este fenómeno, que parece simple, tiene un trasfondo físico complejo que los investigadores lograron traducir en fórmulas. Pero lo más llamativo es que muchas comunidades lo entendieron intuitivamente.
La circulación del aire producida por estos tejados no solo regula la temperatura, también evita la pérdida constante de energía que sufren los techos mal diseñados. El estudio demuestra que, incluso sin recursos tecnológicos, estas construcciones pueden ofrecer un nivel de confort térmico sorprendente.

Por qué este hallazgo ancestral puede cambiar la forma en que construimos
Recuperar este tipo de conocimientos abre una puerta a la arquitectura del futuro. Aplicar principios simples y comprobados en nuevas edificaciones no solo abarata costos, sino que reduce el impacto ambiental.
En un contexto donde el consumo energético crece y la necesidad de viviendas sostenibles se vuelve urgente, este tipo de descubrimientos ofrece una alternativa concreta.

No se trata solo de mirar hacia atrás, sino de reinterpretar lo aprendido para construir de forma más consciente. Volver a lo esencial, sin renunciar a la eficiencia.
Este enfoque promueve una forma de construir más humana, más cercana al entorno y con raíces profundas. Porque a veces, las soluciones más efectivas no están en el futuro, sino en el pasado que supimos olvidar.
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