La última vez que Leiva habló con Clarín, en setiembre de 2019, su album Nuclear estaba recién salido del horno, tenía un show en Museum en lo inmediato y un Gran Rex aparecía a la vista, como coronación de un trabajo de hormiga en eso de hacerse de un público leal de este lado del Atlántico.
Pero la pandemia se interpuso en ese último paso hacia la "consagración" porteña del ex Pereza, socio creativo, entre otros, de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, y también del mismísimo Abel Pintos, que entonces, entre las paredes de su aislamiento madrileño, dedicó su tiempo a redondear su flamante lanzamiento, Cuando te muerdes el labio.
El resultado de ese trabajo es una colección de 14 canciones escritas por Leiva para otras tantas cantantes latinoamericanas a las que, finalmente, no pudo evitar sumar su voz, en un paisaje sonoro que hace base en el pop/rock que enmarca su larga trayectoria para viajar de la disco a los aires del folclore mexicano sin incómodos pasos de frontera ni exigencia de pureza de identidad.

Ahora, con el disco ya en "la calle", que hoy no es otra cosa que las plataformas digitales que tanto y tan rápido ganaron terreno no sólo en la difusión de obras artísticas sino también de estupideces cotidianas de aspirantes a una fama de utilería, Leiva cuenta que va, de a poco, volviendo a arrancar con su oficio.
¿Tocar con restricciones? No, gracias
"No he sido de los músicos que han estado tocando con las restricciones. Me retiré del mapa y no he estado tocando con gente sentada ni con distancia de seguridad. Entonces, llevo mucho tiempo conectado con la composición, he estado escribiendo para mí y otros artistas; pero en lo que tiene que ver con los conciertos y las notas periodísticas, me siento bastante desconectado", advierte desde Madrid.
-¿Extrañabas?
-Las notas, en concreto, no. No las echaba de menos ni de más. Pero volver a hablar de tu propia obra es algo que me he desacostumbrado mucho. Y fíjate que he estado tanto tiempo sin tocar que pensé que necesitaba más estar de gira de lo que lo necesito.
-¿Cómo es eso?
-Siempre pensé que mi equilibrio emocional dependía un poco de estar de gira, de que me estuvieran sucediendo cosas todo el tiempo; y me he dado cuenta de que hay vida después de las giras, también.
No tocar tanto tiene sus cosas buenas, también. Me he conectado con otros aspectos de mi vida que tenía totalmente olvidados. Me he pasado la vida de gira. Entonces, parar me ha hecho tener otra mirada sobre un montón de cosas, de mí mismo y de mi oficio.

-¿Qué descubriste">