"La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario", suele evangelizar el credo libertario, con el presidente Javier Milei a la cabeza, llevando a todos lados el mensaje de Milton Friedman. Y si bien el Gobierno atacó el frente fiscal y monetario para eliminar la inflación, actúa también en otros ámbitos más heterodoxos para lograr ese objetivo.
Esta semana el ministro de Economía, Luis Caputo, le mandó por la red social X (ex Twitter) un mensaje a las autoridades del Grupo Stellantis, dueño de las marcas de autos Peugeot, Fiat y Citroën, que habían decidido un aumento de precios de 3,5% para mayo. "No creo que sea así", le respondió el funcionario en X.
"Si fuera cierto, sería un cambio en la relación de confianza construida con esta industria. Y si se rompe esa confianza, que tanto costó construir, nosotros usaremos nuestras herramientas para defender a los consumidores", advirtió en público.
Este comportamiento, al igual que a mediados de 2024 cuando el Gobierno investigó a las prepagas después de que liberara el mercado con el DNU 70/2023, muestra que para la Casa Rosada la lucha por la inflación no se hace solo desde el Tesoro y el Banco Central (BCRA), sino también en las oficinas de la Secretaría de Comercio, Defensa del Consumidor y en las redes sociales.
Es que a medida que se acercan las elecciones legislativas de octubre, en la que La Libertad Avanza (LLA) medirá el apoyo social a su programa económico para ganar bancas en el Congreso y disputar una agenda de reformas -impositiva, laboral y jubilatoria-, el Gobierno condiciona todas sus medidas a la desaceleración de los precios, aún si eso implica entregar banderas, ceder por un rato en el relato e incluso desviarse de los pedidos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Atenta a eso, la directora Gerente del organismo, la búlgara Kristalina Georgieva, pidió a la Argentina sostener el rumbo, en un ambiguo mensaje que se interpretó como un apoyo político a Milei.
Aunque hasta ahora no hubo un cambio en el rumbo, ya que los subsidios igualmente van a caer en 2025 respecto al año pasado, las tarifas de la energía, el transporte público y el agua son casos de precios regulados que dependen del Estado nacional y sobre los que operan Milei y Caputo con las elecciones en la cabeza.
Por ejemplo, el Gobierno acaba de aprobar las Revisiones Quinquenales Tarifarias (RQT) de luz para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y de gas natural por redes para todo el país. Entre los puntos salientes, se destaca una recomposición de 15% en los márgenes de las empresas prestatarias de los servicios públicos, pero que se dividirán en 30 cuotas mensuales durante los próximos dos años y medio, hasta noviembre de 2027.
Las tarifas quedarán constantes en relación a la inflación y tendrán subas muy leves por encima de la evolución de los precios, para que los consumidores se adapten progresivamente y mientras tanto puedan recuperar poder adquisitivo en una economía en crecimiento, según lo que esperan en los despachos oficiales.
Desde principios de año, luego de que en 2024 Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA) alcanzara su primer superávit en 17 años por el aumento de tarifas y el ajuste en las obras, Caputo decidió que las subas del agua y las cloacas tendrían un tope del 1% mensual, con lo que se vuelven a atrasar contra la inflación.
Y las líneas de colectivos que tienen jurisdicción nacional porque cruzan la avenida General Paz o el Riachuelo tienen sus tarifas congeladas desde agosto 2024, hace nueve meses. El transporte público tiene gran incidencia en el índice de inflación -al igual que la energía eléctrica- y un impacto caro a la percepción de los pasajeros.
El ministro de Economía también celebró esta semana casi como un logro propio del Gobierno la baja de 4% promedio en los precios de los combustibles (nafta y gasoil) aplicada por empresas que tienen figuras societarias privadas, como YPF a la cabeza -cuyo 51% es del Estado- y sus competidoras Shell y Axion después.
El combo de intervención heterodoxa libertaria en la economía se completa con la decisión oficial de no homologar paritarias por encima del 1% mensual. Las anclas anti-inflacionarias de Milei y Caputo ya no son solo el superávit fiscal y el fin de la emisión, sino el dólar planchado, los sueldos, las tarifas y la militancia en las redes.
Con el debut del nuevo esquema cambiario tras la salida del cepo, Caputo se mostró muy activo en las redes sociales para monitorear la marcha de los precios. Dos semanas atrás, puso en su cuenta de X que cadenas de supermercados habían rechazado incrementos de entre 9% y 12% en productos de Unilever y Molinos.
Sobre la firma
Newsletter Clarín
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO