Abajo. Fuerte. Un latigazo. Un balazo. Una pelota en la red. Y un grito, de Ushuaia a La Quiaca. Un momento instalado en la memoria colectiva desde que Rojo la metió entre las piolas. Un sismo, un terremoto. No ha sido un grito más, debe haber sido el más fuerte, visceral y lleno de rabia de la historia.
Gol M. Rojo (A) Nigeria 1 - Argentina 2. Grupo D. Mundial Rusia 2018. Fuente: Tv Pública.
Aunque no existe comprobación científica, es verosímil que los años de los argentinos futboleros se miden en Mundiales; los días en partidos y los minutos en jugadas. Así, como un tesoro amado, cada uno guardará ese instante. En diez o veinte años (o más) cada quién podrá decir dónde estuvo, cómo estaba vestido, si fumaba o tomaba algo, quienes lo rodeaban cuando Rojo se transformó en mensajero de Dios y trajo su palabra hecha cuero en la red, un evangelio entre las redes del arco nigeriano. Los goles de esa naturaleza, por factura y circunstancias dejan huellas imborrables. Se seguirá gritando por los siglos de los siglos. Amén.
¿Qué se gritó cuando se gritó el gol? "Gooooooooo....y la c...de tu madre!..."¿Cómo qué no? Sí, con insulto al aire incluido, blasfemia pura, popular, desde las entrañas. Ese desgarro de la garganta fue una piña a la adversidad, real o inventada pero visible. ¿Gol a quién">
Marcos Rojo ya lo hizo, ya convirtió el 2 a 1 y lo grita con el alma (EFE).