Quizás los humanos de hoy -todos los humanos de hoy- tengamos algunos cadáveres en el placard. Eso, más o menos, dice el historiador israelí Yuval Noah Harari, autor de Sapiens: de animales a dioses: Una breve historia de la humanidad.
Mirá también
¿Qué tenemos que ver con su desaparición? Eso es algo que este libro, que desarma creencias comunes, se pregunta. Y en la búsqueda de la respuesta se aprende mucho.
"Desde hace unos dos millones de años hasta hace aproximadamente 10.000 años, el mundo fue el hogar, a la vez, de varias especies humanas Yuval Noah Harari
Por ejemplo: que los homo sapiens tenemos un cerebro más grande que la mayoría de los animales, respecto de nuestros cuerpos, y que eso no nos salió gratis, sobre todo cuando vivíamos en el mismo ámbito. "Un chimpancé no puede ganar a Homo sapiens en una discusión, pero el simio puede despedazar al hombre como si fuera una muñeca de trapo", explica. Hoy el cerebro triunfó: vemos al chimpancé desde un coche y le tiramos con un fusil al que sus manotazos no llegan, pero para eso hizo falta mucho tiempo.
Mirá también
Otra ventaja es que andamos sobre dos piernas; es decir, tenemos las manos libres y esas manos aprendieron a hacer maravillas y desastres. Pararnos, explica, tampoco fue gratis y hubo un costo que pagamos las mujeres: para estar de pie había que tener caderas más estrechas y esto redujo el canal del parto. Resultado: las mujeres morían al parir. Salvo aquellas que lo hacían antes, "cuando el cerebro y la cabeza del niño eran todavía relativamente pequeños y flexibles". La selección natural optó por ellos: por eso los bebés humanos nacen "prematuramente", cuando no están ni cerca de valerse por sí mismos. Dependen de los adultos por años. Y para esto tendrán que hablar, sonreír, hacerse entender y querer. Simpáticos por necesidades evolutivas.
Sobre la firma
Newsletter Clarín
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO