Alguien la comparó con el Lejano Oeste de las películas. “Esperabas que de repente te volara el pasto seco en la cara”. Es que, con las persianas bajas, muchas vandalizadas, y algún colectivo o taxi cada tanto, los domingos a la mañana, la zona comercial entre Libertad, Paraná, Corrientes y Rivadavia se parecía bastante a un pueblito abandonado.
Pero cambió en buena parte: las cortinas metálicas de los locales se poblaron con dragones chinos; osos californianos; palmeras y cactus; homenajes a la pintora Frida Kahlo, a la cantante islandesa Björk, al rock y a los pueblos originarios; máscaras, y juegos de líneas y colores, abstractos.
Se formó una galería de arte callejero. Vital, variada.
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¿Por qué en esas calles trajinadas y polucionadas de día y de noche, casi desoladas">