Las cafeterías de especialidad son un fenómeno arrollador en todo el país. En la Ciudad casi no queda barrio sin su café de especialidad , pero existe uno donde la densidad poblacional cafetera supera cualquier previsión: Villa Urquiza.
Barrio en expansión, con una gran cantidad de desarrollos inmobiliarios, seguramente hay que buscar allí una de las razones del boom. Cuando se pone negro sobre blanco –o, mejor dicho, se marcan los puntos en el Google Maps-- la cantidad de lugares que ofrecen café de especialidad o especial apabulla.
Trazando un radio delimitado por Avenida de los Constituyentes, Congreso, La Pampa y Alvarez Thomas --con la estación de tren y la terminal de la línea de la línea B en el medio--, la foto impacta: Clarín contabilizó 32 cafeterías de especialidad, a razón de una cada cuatro manzanas. Todo esto, sin tener en cuenta el eje DoHo, el sector alrededor de Donado, la zona de la ex AU3 que se convirtió en un polo gastronómico aparte. Allí hay otros seis cafés.
Se dan situaciones muy particulares. Por ejemplo, que haya literalmente, dos cafeterías en una cuadra o tres cafeterías alrededor de una manzana. También, que haya cafeterías que tengan su propia sucursal en el mismo barrio. Y que la mayoría de los locales hayan abierto en los últimos dos años.
Todo esto, sin meter en el cálculo a los locales de grandes cadenas de cafeterías, de esas que también han proliferado aquí como en toda la ciudad dando respuesta a una demanda: los porteños cada vez quieren beber más café.
Cafeterías en Villa Urquiza
Emiliano Escudero es uno de los dueños de Usina Cafetera, una de las cafeterías pioneras en la zona, donde se instalaron hace 10 años en Triunvirato al 4300. “Cuando abrimos nuestro primer local queríamos estar presentes en los barrios. Vimos que era una zona con mucho movimiento y en ese momento no había ninguna cafetería de especialidad fuera de San Telmo y Palermo”, apunta. Con esa sucursal como punta de lanza, hoy tienen seis locales en otros puntos de Capital y el GBA.
Un año después, Café Urbano abrió ya del otro lado de Donado, a una cuadra de la plaza Zapiola. “Quisimos centrarnos en brindar una experiencia de calidad, con café de especialidad y pastelería de elaboración propia, en una esquina con vista excepcional del DoHo”, cuentan.

Desde entonces, las aperturas fueron sucediéndose como olas. Primero, suaves en la orilla, y desde fines de 2023, con unos embates que no pararon. Con el café como protagonista siempre, hay quienes compran a proveedores externos y quienes tuestan el suyo. Y luego, cada local empieza a trazar un perfil particular desde su propuesta.
Todos los consultados por Clarín para esta nota enfatizan la atención y la oferta gastronómica que acompaña la bebida como diferenciales, pero en algunos casos se ve más claramente la búsqueda de un storytelling que le agregue una experiencia a la calidad. Así, por ejemplo, Jabón tiene un lavadero de ropa junto a la cafetería y Marcia funciona como cafetería de día y como pizzería de noche.

Anippe es otro de los cafés que tiene una propuesta distinta. Abrieron con la idea de servir buen café en una panadería de masa madre en julio de 2023 en la esquina de Bucarelli y Emilio Civit donde hacen toda su elaboración de panes, tortas y pastelería. Y en septiembre de 2024, los mismos socios abrieron en otra esquina de Bucarelli, a cinco cuadras, Jopo, una cafetería que convive con una heladería artesanal.
“Elegimos Villa Urquiza porque es un barrio al que le faltan propuestas de autor y tiene mucha potencial demanda. El público elige propuestas originales y por eso ambos locales tienen diferenciales con el resto de la competencia”, asegura Emanuel Rojo, socio en ambos proyectos.

Fernando Panfil, de Cafeses (que cumplirá dos años en julio), coincide en que hay “un consumidor gastronómico en constante búsqueda, que investiga” y cuenta que tienen muchos clientes que llegan porque buscan cafeterías de especialidad en Google: “Por ejemplo están en el shopping DOT, a 15 cuadras, nos ven en el Maps y vienen”. En Sagrado coinciden: "Las redes te dan otro alcance. Por ejemplo, tenemos un grupo ya fijo de unos 10 bikers que nos eligen siempre como fin de sus paradas todos los domingos".
Pero a diferencia de lo que podría pasar en barrios turísticos o de mayor circulación como Palermo, San Telmo o Recoleta, la mayoría de los clientes de las cafeterías de Villurca suelen ser vecinos. “Tiene una identidad barrial muy marcada, pero también una renovación constante”, dice Leandro, uno de los dueños de PilPil, que tiene un año y medio, sobre la zona. “Es un barrio con un público ideal, muy variado: muchos jóvenes, muchas familias y también gente grande”, comparten desde Boreal, una cafetería que abrió en 2019 y que por el éxito que tuvieron se acaban de mudar a un lugar más espacioso.

En Lita, una de las más nuevas –abrió en agosto-- suman una variable clave: “En los últimos cinco años hubo un cambio demográfico significativo, con aumento de edificaciones nuevas”. Y agregan algo en lo que coinciden varias cafeterías: se está empezando a dar una atracción a los barrios que están en los márgenes, con lo cual está creciendo la clientela que llega de Villa Pueyrredón, Belgrano y Parque Chas.
Desde este último barrio de caprichosa geografía suele cruzar la frontera la periodista Sabrina Cuculiansky, quien opina sobre el fenómeno desde un doble rol: como clienta y como experta en el mundo del café.

Explica que, post pandemia, muchas personas adoptaron el home office y que en Villa Urquiza no hay co workings. Entonces, los cafés funcionan como un espacio para trabajar. De hecho, hay algunos como la cafetería de Villa Crespo Bilbo (que abrió acá una sucursal en 2021) o los más nuevos Tradición Cafetera o Casa Vecina, que destacan en su oferta el cowork.
Pero para la organizadora de la feria Exigí Buen Café –que este año se tendrá que mudar a un predio más grande en La Rural, reflejo del interés por el tema-- enmarca lo que sucede en Villa Urquiza justamente en este contexto más general: el auge del café.

“La inversión para poner un café respecto a otro emprendimiento gastronómico es baja. Cada vez llegan más insumos y tecnología cafetera. Todas las marcas internacionales de máquinas están en el país y los fabricantes locales mantienen estándares de precisión. Muchos baristas además eligen comprar pequeñas máquinas y tostar su café para venderlo en cuartos a sus clientes y a otras cafeterías, con lo que diversifican el negocio. Ante la gran oferta, hay precios para todos los bolsillos”, arranca.
Y luego pone el foco en el consumidor: “La proliferación de cafés tiene un público que pertenece a una generación que más que fidelidad, busca nuevas experiencias. Por eso pasan de uno a otro en una búsqueda por conocer nuevos lugares. Para los nuevos consumidores, que arrancan a los 16 años, ya no existe el bar amigo sino sumar conocimiento para compartir entre pares. Y todas las cafeterías se presentan con estéticas modernas, cálidas y con algún detalle, sea de la deco o de la pastelería, que las vuelve escenario para subir el café a las redes”, cierra el círculo.

Ahora la pregunta es, ¿hay mercado para tanto? ¿O vamos camino a la saturación, el parripollo del café? Aquí responde Emmanuel Paglayan, dueño de Ninina, otra de las cafeterías más “viejas” (abrió en 2017) pero que apostó al DoHo.
“Saturación no, depuración sí. En Buenos Aires hay unas 150 cafeterías de especialidad. Esto todavía representa un porcentaje muy pequeño del mercado total de cafeterías, y todavía hay mucho espacio para que el café de especialidad, que es producto superior en calidad al café que se tomaba tradicionalmente en Buenos Aires, siga creciendo”, pronostica.

Cuculiansky también cree que hay lugar para crecer. “Si los porteños siempre nos pensamos re cafeteros, hoy la tendencia cafetera mundial nos es muy cercana. No sentimos que tenemos que aprender del tema como cuando proliferaron las cervecerías artesanales. Porque al final, es un café y sabemos de qué se trata. El café de especialidad invita a disfrutar nuevas experiencias que podemos capturar y compartir sin que signifique una inversión ni de dinero o tiempo, pasamos por el café y pedimos. Y el café, hoy, es parte de la conversación”, concluye.
AS
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