“Ser un ser humano/es como una casa de huéspedes/cada mañana una nueva llegada/ una alegría, una depresión, una maldad/una percepción momentánea aparece/como un visitante inesperado”.
Así comienza su poema Rumi, un reconocido poeta muy citado en los círculos meditativos.
Es que estar vivo implica estar expuesto constantemente a los factores nocivos y vulnerabilizantes que cualquier ser puede afrontar (y no sólo los seres humanos).
Vivir es una aventura, un desafío, y nadie nos asegura que en cualquier momento podamos transitar eventos dañinos para nuestra vida/salud, condiciones de salud inestables o, algo también muy impactante, incertidumbre.
Leé también: 10 aportes de la neurociencia para aprender a pensar
Nosotros sabemos desde temprano, pero intelectualmente, que podemos llegar a enfrentarnos con situaciones de este tipo. Pero es en ese ámbito más lejano al sentir, al conectar…en un pensamiento algo distante. Un maestro meditador, preguntado sobre qué lo hacía diferente a otras personas, respondía: “cada mañana, cuando me levanto, siento que puede ser mi último día y trato de estar presente en cada instante”. Y cuando era repreguntado: “¿pero acaso no lo sabemos todos">