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      La obesidad, de pecado capital a pandemia y el batacazo de las inyecciones para adelgazar

      • La mirada social y médica sobre el sobrepeso y la obesidad tuvo un cambio rotundo en los últimos 80 años.
      • Se paso de culpar a la persona a comprender una enfermedad crónica que es "madre de enfermedades".

      La obesidad, de pecado capital a pandemia y el batacazo de las inyecciones para adelgazarObesidad, sobrepeso, hombre. Foto Shutterstock.

      Por décadas, la obesidad fue un estigma con sobrepeso. En los consultorios de los años 50, 60 y hasta bien entrados los 90, quien llegaba con kilos de más era juzgado como "glotón", "perezoso". Era "culpable". Un “pecador”, describe a Clarín Jorge Luis Harraca, expresidente de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO).

      La receta médica era breve y lapidaria: "Cerrar la boca y moverse más". No había enfermedad, ni empatía, ni la ciencia que recubriría a un síntoma que avanzaba en el país.

      Hoy la obesidad es una pandemia global que arrastra comorbilidades, prejuicios y costos sanitarios millonarios. Se la define como una enfermedad crónica y multifactorial. Y sobre todo, se la aborda desde la biología, la tecnología, la psicología y el respeto.

      Pero no fue una transición lineal, y el registro está en las noticias. Fue un recorrido con hitos médicos, debates encendidos y fármacos que prometieron más de lo que cumplieron. Y con un giro central: dejar de culpar a las personas por vivir con sobrepeso.

      Empecemos por el presente: según la 4ª Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), más del 60% de la población del país está excedida de peso y es sedentaria. Y vayamos hacia atrás.

      "Algo está pasando en tu cuerpo”

      “Si ponemos el foco en estos ochenta años de noticias médicas, la obesidad no era una enfermedad. Era una falla moral”, sintetiza la médica especialista en nutrición Virginia Busnelli. “Durante buena parte del siglo XX, se la trataba por los médicos como un vicio o una falta de voluntad. Nadie hablaba de genética, de hormonas, de metabolismo. El tratamiento era comer menos. Punto.”

      La médica Mónica Katz lo recuerda así: “En los 50 y 60, el auge era de las dietas extremas y de remedios como las anfetaminas, que eran excitantes, depresores y adictivos. El enfoque era culposo, centrado en la responsabilidad individual. Hoy sabemos que hay muchas causas: desde el estrés hasta los disruptores hormonales, pasando por los remedios que engordan, la contaminación o el abandono del cigarrillo.”

      Recién en 1997, la OMS declaró la obesidad como pandemia. Y en 2013, la Asociación Médica Estadounidense la reconoció como enfermedad. En Argentina, todavía no lo es oficialmente.

      “Eso es una deuda pendiente –advierte Katz–. Porque si no la declarás enfermedad, ¿cómo le pedís a la gente que busque ayuda?”.

      En la Argentina la obesidad todavía no fue declarada oficialmente como enfermedad. Foto: Shutterstock.En la Argentina la obesidad todavía no fue declarada oficialmente como enfermedad. Foto: Shutterstock.

      El mapa de los hitos médicos

      En este repaso de 80 años a esta parte, los especialistas consultados por Clarín coinciden en que el primer gran avance llegó en 1994, cuando el genetista Jeffrey Friedman descubrió la leptina. “Una hormona que libera la grasa para decirle al cerebro ‘basta, no comas más’. Abrió la puerta a una mirada metabólica de la obesidad”, explica Katz.

      Poco después, la ciencia dejó de ver al tejido adiposo como un depósito de calorías. Se lo redefinió como un órgano endócrino, complejo y activo, con células blancas, marrones, beige y hasta rosas (vinculadas a la lactancia). Un cambio de paradigma.

      En paralelo, se entendió que la diabetes tipo 2 no aparece sola: “El 90% de quienes tienen diabetes tipo 2 primero tuvieron obesidad, especialmente abdominal. Eso también fue un hito”, sigue Katz.

      A fines de los 90, otro hito se instaló en los quirófanos: la cirugía bariátrica. “Transformó no sólo el tratamiento del exceso de peso, sino también el control de enfermedades metabólicas”, marca Harraca.

      En Argentina, empezó en los 80, ganó prestigio en los 90 y hoy es mínimamente invasiva, con técnicas como el by gástrico o la manga gástrica. “Es una inversión en salud: mejora la calidad de vida, reduce medicamentos y hospitalizaciones”, agrega el cirujano.

      Pero la revolución más reciente llegó en forma de inyecciones. Ozempic, Wegovy y el boom de los GLP-1

      Una pluma inyectora de semaglutida vendida por Novo Nordisk como Wegovy para el tratamiento la obesidad. Foto: The New York TimesUna pluma inyectora de semaglutida vendida por Novo Nordisk como Wegovy para el tratamiento la obesidad. Foto: The New York Times

      “Hoy estamos fascinados con fármacos eficaces en más de dos dígitos de pérdida de peso”, dice Katz. Habla de semaglutida (Ozempic para diabetes, Wegovy para obesidad), de liraglutida, de tirzepatida. Drogas que imitan hormonas intestinales, regulan el apetito y tienen beneficios cardiovasculares.

      La semaglutida ya está disponible en Argentina (Ozempic, aún no Wegovy, también de la farmacéutica Novo Nordisk pero recetada especialmente para adelgazar, con una dosis más alta de la misma droga). Promete una pérdida del 15 al 20% del peso corporal, con impacto positivo en glucemia, colesterol y calidad de vida.

      “Y lo más novedoso –destaca la médica– es que se está combinando con cirugía bariátrica. Hay una sinergia entre ambas”.

      ¿Son la solución definitiva? No para la comunidad científica dedicada al sobrepeso. Pero son parte del nuevo enfoque: integral, personalizado y sin culpas.

      El IMC ya no alcanza

      Hasta hace poco, la obesidad se diagnosticaba sólo por el índice de masa corporal (IMC). Pero el IMC no distingue grasa de músculo, ni dice dónde se acumula la grasa. Hoy, ese criterio se discute.

      En enero de 2025, la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad publicó en la revista médica The Lancet una nueva definición clínica, con diagnóstico más preciso y menos estigmatizante. Se propone combinar el IMC con mediciones como el índice cintura-talla o la bioimpedancia, y clasificar a los pacientes según su riesgo metabólico, no sólo su peso.

      "Ahora se consideran otras variables -describe Harraca. como la circunferencia de cintura, el porcentaje de grasa corporal, el perfil metabólico.” También se habla de obesidad preclínica: personas sin IMC alto pero con grasa visceral y marcadores alterados.

      Más allá del cuerpo

      Los expertos coinciden en algo más: el mayor hito sobre el tema no es tecnológico. Es conceptual.

      “El verdadero avance fue entender que no hay una sola obesidad, sino muchas. Que cada persona necesita una estrategia diferente. Y que el éxito no está sólo en los kilos que se pierden, sino en la vida que se gana”, dice Busnelli.

      Katz lo resume así: “Primero, la persona. Después, el tratamiento. Y que ese tratamiento sea digno, realista, y basado en evidencia. Ya no alcanza con dietas imposibles. Hay que construir caminos sostenibles”.

      ¿Por qué la obesidad no tiene su ley propia en Argentina? Como explica la médica, que presentó un proyecto en el Senado para que eso cambie, sí bien existe la ley sobre trastornos alimenticios, que incluye a la obesidad, "confunde, porque porque los trastornos alimentarios son enfermedades psiquiátricas y el al tratamiento nunca fue cuestionado".

      Hace ya varios años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió a la obesidad como “una compleja enfermedad crónica que se define por una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”

      Pero la principal cuestión del debate local se centra en si se trata de una enfermedad o si es un factor de riesgo para muchísimas enfermedades, como diabetes tipo 2, las cardiovasculares, algunos cánceres y problemas de salud mental, entre otros.

      Una indiferenciación que en el país, según ese proyecto de ley, genera que más pacientes con obesidad no accedan a un tratamiento específico.

      PS


      Sobre la firma

      Emilia Vexler
      Emilia Vexler

      Redactora de la sección Sociedad [email protected]

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