Como nunca lo hubiera imaginado, el flamante presidente de Estados Unidos Donald Trump inició su mandato rodeado de mujeres. Desde su limusina vio la marea de gorros rosas que inundó Washington -y decenas de ciudades- para condenar su misoginia y racismo y defender la diversidad, la igualdad y la inclusión. Los “pussy hats” estuvieron en la portada de los principales medios del mundo y se convirtieron en el símbolo de la protesta. “Es simbólicamente muy poderoso; fueron miles de mujeres diversas, comunes, extraordinarias las que ocuparon esas tapas. Fue como un acto de rebeldía, una forma de decir ‘acá estamos, no somos invisibles’”, dijo a Entremujeres/Clarín Lala Pasquinelli (40), artista, abogada y responsable del proyecto “Mujeres que no fueron tapa”, que busca llamar la atención sobre la mirada masiva y homogénea que reproduce estereotipos femeninos en distintos ámbitos.
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Haciendo collages a partir de tapas de revistas, Lala identificó “un modelo único de mujer: tienen alrededor de 30 años y sus cuerpos –irreales, torneados por el Photoshop o el bisturí- están dispuestos como objetos para el consumo”.
Se preguntó, entonces, dónde estaban esas otras mujeres, diversas y singulares. Especiales y ocultas, casi invisibles. “Necesitamos ver a las mujeres que están haciendo cosas interesantes; saber que antes de nosotras alguien hizo lo que quisiéramos hacer, lo vuelve posible. Necesitamos conocer a las mujeres referentes que nos han abierto camino para poder seguirlas”, aseguró.
Buscó nuevos role models que le permitieran desnaturalizar miradas desde el arte, entendiéndolo como una herramienta de transformación individual y colectiva para sensibilizar y transformar. En esa búsqueda se encontró con historias de todo tipo. “Es interesante proponer el ejercicio de pensar a las mujeres que iramos porque pone la valoración en marcha; es emocionante cómo las personas proponen a mujeres de sus entornos cercanos, como ‘mi abuela, que vino de Ucrania, era analfabeta y se ocupó de que todas sus nietas fuéramos universitarias’ o ‘mi esposa, que es investigadora y desarrolló un método para tratar una enfermedad’”.
Se encontró con que esas otras mujeres valiosas estaban más cerca de lo pensado. Lo que la llevó a armar talleres en los que, usando el arte como una herramienta de exploración y expresión de esa singularidad, las asistentes valoren lo propio y diverso y se conecten con las mujeres que quieren ser.